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sábado, 17 de diciembre de 2022

UNA VISITA AL CEMENTERIO, Salomé Moltó, Alicante, España

 




UNA VISITA AL CEMENTERIO

 

Cuando llegué a casa Laura, ya era un poco tarde, dejé la pequeña maleta delante de la puerta y llamé.

.-Perdona llego tarde pero el tren iba muy lento.

.- ¡Caray, si te esperaba ayer! hemos pasado unos días arreglando el cementerio, y sabes, el primero de noviembre es la fiesta de todos los santos y claro todo el mundo arregla las tumbas, nichos y demás de su familia que normalmente sólo lo hacen por estas fechas y ya el resto del año normalmente ni van. Anda tómate una taza de manzanilla bien caliente y ya mañana te llevo de visita.

Me sorprendió mucho su actitud, después del accidente que había tenido su marido, no parecía tan afectada como yo creía.

Y la verdad que no lo estaba, cuarenta años de matrimonio, yo suponía que pasados esos primeros tiempos de deseos sexuales, tener un par de  hijos, criarlos, pagar la hipoteca y la segunda casa que tan de moda estaba por aquellas fechas era motivo más que suficiente, para tomarse la vida con calma e intentar llegar a la vejez lo más armoniosa y dulce manera. Pero no, en ese preciso momento el marido había soñado con emprender una vida nueva con otra mujer. El error buscarla joven, creer que el tiempo no había pasado, que las canas y las arrugas no eran nada y volver a la juventud en un vuelo “astral” como si nada.

Por desgracia el accidente de tráfico, frustró todo en menos de un minuto, el barranco acogió el coche dando vueltas por el espacio y ya los cuerpos tanto de la joven como el de él hechos pura metralla, así como el vehículo.

No dejo de reconocer que la actitud de Laura me sorprendió, poner a su esposo y a su amante en la misma tumba, incluso con una hermosa lapida nombrando a los dos, no cabía en mi cabeza.

.- No te extrañes, eso no tiene ninguna importancia, además, en el fondo estoy agradecida. Entre Pedro y yo ya no quedaba nada, todo mera rutina, y él había sentido renacer ilusiones de juventud que a una cierta edad ya es casi un milagro. A mí se me queda una buena paga como viuda, la casa es mía, el coche no porque está totalmente destruido, pero en fin, soy libre y ya ni siquiera tengo que plancharle las eternas camisas para las reuniones empresariales que hacía. En fin vuelvo a vivir libre y del todo bien.

No repuse nada, ni contesté pero no dejo de reconocer que a veces la conducta humana me sorprende.

                                                                                                                                          

©SALOMÉ MOLTÓ, Alicante, España

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


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