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DELMIRA AGUSTINI O ¿EL EROTISMO
MÍSTICO?
Delmira Agustini
(1886-1914)
Con
su verso pulcro, regular y pleno de despliegues verbales, encarnó con fuerza y
originalidad, un apasionado alegato del Amor y el Dolor del amor.
Irrumpió
en el mundo de la literatura muy joven- no había cumplido los dieciséis años –
pero su sinceramiento femenino y sensual llamó enseguida la atención, y provocó
no pocas reacciones adversas.
De
profunda belleza, hija de una familia acomodada, impregnada con el don vibrante
de la vida y la carne joven, no utilizó máscaras ni caminos retorcidos para
expresar lo que sentía: un angustiante anhelo insatisfecho. Sus obras
publicadas, El libro blanco (1907), Cantos de la mañana (1910), Los cálices vacíos
(1913).Su obra póstuma, publicada en 1924, comprende El rosario de Eros
y Los astros del abismo
A
la manera de Safo-con quien se la compara a menudo- se deleitó con el placer de
los sentidos, con los elementos que los estimulan y los enriquecen. Pero lo
peor-para los críticos de su época- fue que se atrevió a decirlo. Como Safo,
también su poesía es erótica: alimenta el constante fuego y el juego de la
pasión, y en ella habla el amor mismo.
“Engarzad en un
gesto de palmeras o de astros
vuestro cuerpo, esa
hipotética alhaja de alabastro
tallada a besos
puros y bruñida en la edad,
sereno, tal
sabiendo la luna por coraza,
blanco, más que si
fuerais la espuma de la raza,
y desde el
tabernáculo de vuestra castidad.
Sus
imágenes son provocativas, plenas de ingenio, fuertes, a veces casi masculinas.
Cuando dice en Fiera de Amor:
“Fiera de amor, yo
sufro hambre de corazones,
de palomos, de
buitres, de corzos o leones,
Parece
que el amor para ella fuera una implosión, es decir, un vivirlo hacia adentro.
En su exacerbación panteísta de la vida, al considerar a todo el universo como
al único dios, hay también una especie de feroz coqueteo con la idea de la
muerte.
Entendemos
por panteísmo lo que razona así:
“el
infinito es todo o no existe; porque si existiera algo fuera de él, sería
susceptible de acrecentamiento, luego, todo es Dios: Dios y el mundo son
una misma substancia considerada bajo aspectos diversos.”(1)
¿Era,
tal vez, esto de “absorber lo infinito en lo finito”, cómo dice Lahr, una
manera de plasmar en el gesto final y definitivo, el gran dolor de vivir una
pasión enfermiza rayana en la adoración?
En
la Psicología, cuando una idea vuelve reiteradamente en forma anormal al foco
de la conciencia se habla de idea fija u obsesión. Esta se identifica
porque no es errónea cualitativamente en su contenido, sino porque se impone
repetidamente a la conciencia volviendo a ocupar la misma en forma
desproporcionada a su importancia, pese a que la persona lucha a menudo contra
ella.(2)
Delmira
Agustíni, temperamental, cálida, sensual, impetuosa, franca, cáliz abierto al
Amor truncado finalmente por la muerte joven. ¿Se puede hablar, en lo que se
refiere al amor carnal que llega casi a los límites tentadores de la muerte,
que misteriosamente intenta trascender a su propia materia para comunicarse con
el otro (como único y superior objeto deseado por suyo) de misticismo
erótico?
Varios
críticos, al referirse a la faz de los sentimientos, destacan esa exageración
de los sentidos, ese elevarse desde el propio dolor humano hacia el espíritu
superior,- salvando las distancias obvias- a la manera de Santa Teresa en su
éxtasis religioso.
El
tucumano Juan José Hernández, al comentar en la Revista Proa la obra Cármenes
de Juan Liscano, dice que”:... estamos ante una mística de lo erótico”,
cuyo símbolo es la pareja abrazada: unión de los contrarios y revelación del
aspecto dinámico de la eternidad”.
El
amor y la muerte son temas tradicionales, que a lo largo de la historia de la literatura
se han solazado en entremezclarse, en coquetear el uno con el otro, en atraerse
y rechazarse, hasta en muchos casos, confundirse ambos en hiperbólicos
sentidos.
Acudiendo
nuevamente a Juan José Hernández, cuando cita a Liscano “Los sentidos en almas
se convierten” Y sigue diciendo de su propio molino”...En virtud de los
sentidos, los amantes borran la culpa original, vencen a la muerte y recuperan,
para escándalo de la Historia los frutos del primer mediodía del mundo En
esta ansia de evasión, manifiesta su inquietud ante el misterio eterno del más
allá. Y lo hace con elementos eróticos, con los símbolos de elegancia plástica
propios del Modernismo. Por ejemplo en “ El Cisne “, dice:
Del
rubí de la lujuria
su
testa está coronada
y
va arrastrando el deseo
en
una cauda rosada...
Agua
le doy en mis manos
y
él parece beber fuego
y
yo parezco ofrecerle
todo
el vaso de mi cuerpo...
Y
vive tanto en mis sueños
y
ahonda tanto en mi carne,
que
a veces pienso si el cisne,
con
sus dos alas fugaces,
sus
raros ojos humanos,
y
el rojo pico quemante,
es
sólo un cisne en mi lago
o
es ,en mi vida , un amante...
Juega
al amor con elegancia plástica y se atreve a sonsacar las motivaciones más
hondas del alma femenina: hay inquietud y desaliento finisecular en ella, y, a
la vez, una idealización del Amor, que a veces llega a ser casi salvaje.
Por
ejemplo en Serpentina:
“En
mis sueños de amor, yo soy serpiente!
Gliso
y ondulo como una corriente,
dos
píldoras de insomnio y de hipnotismo,
son
mis ojos, la punta del encanto,
es
mi lengua...¡y atraigo como el llanto!
La
poética de Agustín es un “torrente abrasador, torrente que el corazón dirigió
al cerebro, que el cerebro tamizó en el sueño y que salió convertido en materia
estética de la mejor calidad ya corporeizada en realidades soñadas”.
(Diccionario Parnaso de Literatura).
Esa
ensoñación lírica que envuelve la espera del amado, se reviste de ansias
insatisfechas que llegan casi al delirio místico. Ella desenrosca su
sensualidad dramática, sus sueños estéticos, sus deseos biológicos y los
convierte en poesía. Se pregunta:
“¿Nunca
llevasteis dentro una estrella dormida,
que
os abrasara entero y no daba fulgor...?”.
Recordemos
que místico es misterio y misterio viene del griego que significa
instruir o iniciar en las cosas sagradas. Lo místico se refiere a la idea de
Dios, a lo arcano. Y que lo místico está expuesto a la superstición. El
misticismo en el arte –según la Enciclopedia de las Artes (3)- es complejo
porque lo “intrínsecamente místico queda fuera de los dominios del arte, pero
la expresión de ese sentimiento pertenece de lleno a la historia, no ya de una
temática, la religiosa, sino de las fuerzas vivas que presiden la creación de
los estilos (4)”.
Y
el mismo tratado filosófico (refiriéndose ya al misticismo ortodoxo que salva
la diferencia entre Dios y el mundo) aclara que Hugo de San Víctor (SXII), dice
que el hombre tiene tres facultades, tres ojos:
El
oculus carnis ( la sensibilidad ) ,el oculus rationis (
la razón) y el oculus contemplationis ( la contemplación). Mediante
ellas contempla el alma, respectivamente, a las cosas sensibles, a sí misma y a
Dios”.
La
profundidad del buceo espiritual y estético de las imágenes agustinianas nos
plantean esa duda :
¿puede
haber una mística del amor carnal? ¿La hay en la trágica poetisa uruguaya?.
Ella
misma nos da la respuesta cuando en La
Cita exclama:
“Cuando
llegue mi alma, tal vez reces pensando,
que
el cielo dulcemente se derrama en tu pecho...
¡Para
él, amor divino, ten un diván de calma,
o
con el lirio místico que es su arma, mi alma,
apagará
una a una las rosas de tu lecho!”
Prof. Belkys Larcher de Tejeda
BIBLIOGRAFÍA:
C, Lahr, Curso de filosofía, Editorial
Estrada, página 575.
(1)
Mariano Celaya, Psicología, Ed, Laserre
y Cia, 1961, página 28
(2)
Enciclopedia de las Artes Editorial
Éxito, Barcelona.
(3)
Enciclopedia Práctica Jackson. Tomo V,
página 54.
(4)
©BELKYS
LARCHER DE TEJEDA, poeta y escritora argentina
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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