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LATIDOS DISPUESTOS
Certero golpe que astilla
la carcasa.
Algo decrépito se
deteriora, muriendo.
Late otra vida entre
penumbras.
Palpita sí, naciendo entre
los miedos;
caricia puesta en la piel
antes fingida.
Ojos sorprendidos en otros
que miran fijo
desde el primer momento
del encuentro.
Temblor único, visceral,
total del cuerpo.
Se escurre esa
transpiración anhelada.
Mordedura necesaria
taladrando la carne.
Tiempo congelado,
evanescente, detenido,
o, quizás, absorbido en
las entrañas.
Penumbras en la cueva de
fuego iluminada
que, ocultando su magia,
sin proponérselo,
moviliza a la Tierra, el
Sol, las estrellas,
planetas y cometas: el
Universo entero.
Alquimia que ahora
convierte en trascendente
a quien fuera un niño
hasta ayer temprano.
©ANTONIO LAS HERAS, poeta y escritor
argentino
MIEMBRO DEL STAFF DE ASOLAPO ARGENTINA
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