Mucho hay que indagar para entender el porqué de las palabras. Si bien Samaniego puede ser considerado un clásico de las letras españolas, sin embargo no tiene la antigüedad suficiente para dotar sus hermosas fábulas de un vocabulario arcaico. Para ello deberíamos remitirnos al Toledo y la Córdoba de califas y, tras su expulsión, a la Tesalónica de los antiguos griegos donde perduró el idioma de sefarard, el ladino. Para el no iniciado resulta sorprendente escuchar en Salónica el mismo vocabulario que utilizan los gauchos de la Pampa, fruto de la persistencia -en ambos casos- de palabras del lenguaje arcaico español; lo cual queda reflejado en "Lunfardo y mester de gauchería". No es mi intención que hablen como los gauchos aquellos que visitan la Argentina, aunque, indudablemente, el vocabulario propuesto puede ayudar a la comprensión del Martín Fierro y otra literatura gauchesca, pues hubo muchos que en sus obras transmitieron este lenguaje aparte de José Hernández; entre otros, podemos citar al uruguayo A. Lussich cuya portada de su obra (que aún no pude conseguir) está insertada en el artículo.
Mi mayor esperanza: que disfruten su lectura. Un abrazo
CÉSAR TAMBORINI DUCA
El Naufragio de Simónides
1
septiembre, 2016 Cronopio 2 Comentarios El naufragio de
Simónides, Esopo, la cigarra y la
hormiga, la gallina de los
huevos de oro, Lafontaine, Samaniego, Tomás de Iriarte, vendimia
Los
misterios del amor
En un lugar de la Rioja Alavesa de cuyo nombre
quiero acordarme porque nacen buenos vinos y soy devoto de Baco, y de cuyo
nombre no quiero olvidarme por ser tierra de poetas y amo la poesía, nació uno
de los escritores clásicos de la literatura española. De pequeños solíamos
solazarnos cuando leíamos o nos relataban, en el hogar o en la escuela, las Fábulas
de Esopo, las de Lafontaine, …o esas tituladas “La cigarra y la
hormiga”, “La lechera”, “La zorra y las uvas”, “La gallina de los huevos de
oro”, todas nacidas de la pluma de Félix María Samaniego; natural, claro
está, de esa zona a la que da nombre su apellido –o viceversa- enclavada en La
Guardia donde nació el 12 de octubre de 1745.Samaniego no consideraba
esencial el metro a la fábula, si bien en algunos casos utilizaba endecasílabos
pareados, como se aprecia en “El águila y el escarabajo”, o en “La
zorra y la cigüeña”, pero está claro que prefiere el metro libre, para “huir
del monotonismo que adormece los sentidos”, según explica el autor en su
prólogo.
Autor de máximas morales mimetizadas con el
valimento de fábulas, enriqueció el aprendizaje de generaciones de niños, en
los que estimulaba el ingenio a través de moralejas fáciles de asimilar. Sin
embargo la complejidad de algunas fábulas escapan al raciocinio de los más
pequeños, por lo que también debemos considerarlo fabulista para adultos, como
ocurre por ejemplo al dedicar el LIBRO TERCERO a su coetáneo rival don
Tomás de Iriarte, dedicatoria luminosa en la que no prescinde mencionarlo
“gongorista”. O la que hoy quiero dejar constancia en mi página, que aparece
como Fábula Primera en el LIBRO OCTAVO y que dedica “a
Elisa”. ¿Quién fue esta afortunada receptora de “El Naufragio de
Simónides”? Para mí es un misterio en el que Cupido pudo tener complicidad.
Lo que es cierto, que en este caso Samaniego une dos moralejas en una fábula.
En la una pone de manifiesto la vacuidad de la
hermosura; si bien menciona la belleza de Elisa, enaltece su virtud
(aparentemente está recluida en algún convento) oponiéndo a la vanidad de sus
amigas, considerándola sabia por cuanto el tiempo se encargará de marchitar y
tornar en pesadumbre la erosionada belleza de la que hoy presumen aquellas. En
la otra relata el suceso que da nombre a la fábula, que le dedica por ser
virtuosa, en la cual la moraleja se entiende como la satisfacción que
proporciona la virtud de ser poeta en el curso de una tragedia, de la que
Simónides sale favorecido por su condición de tal, como se aprecia en los
versos de su libro “FÁBULAS” (Editorial Espasa Calpe Argentina, Colección
Austral, Buenos Aires, 2ª Edición, 17 de mayo de 1947, págs. 125 y 126).
Simónides era oriundo de la isla de Ceos, donde
nació aproximadamente en el 556 a.C. y murió en Siracusa en el 467 a.C. Entre
sus numerosas poesías destacan los epitafios a Leónidas y sus 300 espartanos
muertos en el desfiladero de las Termópilas.
EL NAUFRAGIO DE SIMÓNIDES
En tanto que
tus vanas compañeras,
cercadas de
galanes seductores,
escuchan
placenteras
en la escuela
de Venus los amores,
Elisa,
retirada te contemplo
de la diosa
Minerva al sacro templo.
Ni eres menos
donosa,
ni menos
agraciada
que Clori,
ponderada
de gentil y
de hermosa:
pues, Elisa
divina, ¿por qué quieres
huir en tu
retiro los placeres?
¡Oh sabia,
qué bien haces
en estimar en
poco la hermosura,
los placeres
fugaces,
el bien que
sólo dura
como rosa que
el ábrego marchita!
Tu prudencia
infinita
busca el
sólido bien y permanente
en la virtud
y ciencia solamente.
Cuando el
tiempo implacable con presteza,
o los
males tal vez inopinados,
se lleven la
hermosura y gentileza,
con lágrimas
estériles llorados
serán aquellos
días que se fueron
pero a tu
bien estable
no hay tiempo
ni accidente que consuma;
siempre serás
feliz, siempre estimable.
Eres sabia, y
en suma
este bien de
la ciencia no perece.
Oye cómo esta
fábula lo explica
que mi
respeto a tu virtud dedica.
Simónides en
Asia se enriquece,
cantando a
justo precio los loores
de algunos
generosos vencedores.
Este sabio
poeta, con deseo
de volver a
su amada patria Ceo,
se embarca, y
en la mar embravecida
fue la mísera
nave sumergida.
De la gente a
las ondas arrojada,
sale quien
diestro nada,
y el que
nadar no sabe
fluctúa en
las reliquias de la nave.
Pocos llegan
a tierra, afortunados,
con las
náufragas tablas abrazados.
Todos cuantos
el oro recogieron,
con el peso
abrumados, perecieron.
A Clecémone
van. Allí vivía
un varón
literato, que leía
las obras de
Simónides, de suerte
que al
conversar los náufragos, advierte
que Simónides
habla, y en su estilo
le conoce, le
presta todo asilo
de vestidos,
criados y dineros;
pero a sus
compañeros
les quedó
solamente por sufragio
mendigar con
la tabla del naufragio.
Mencionaba al principio mi afición a catar vinos,
siendo mis predilectos los nacidos en la Denominación de Origen riojana y
–próxima ya la vendimia- se me ocurrió entrelazar a mi artículo y la poesía de
Samaniego, estos versos pareados dedicados a la vitivinicultura:
Vendimia en
Samaniego
En la Rioja
Alavesa me encontraba
con amigos,
cuyos vinos yo cataba.
Por eso, como
amante del buen vino
ser devoto de
Baco fue mi sino.
De los vinos
prefiero el tempranillo
que me
inspira en el juego del codillo.
Pese al grado
de alcohol, él es muy sano
Vendimia
si lo bebo
por placer, no con engaño;
si supiera
que bebiendo me hace daño
sería el
beber vino un vicio vano.
Samaniego,
Samaniego es la gran cita
de vendimias
que merecen la visita.
Félix “eme”
fue el poeta, en Samaniego
cuyos méritos
y sus fábulas no niego.
Amo el vino,
amo el verso, amo a Elisa,
y en
todas estas cosas, voy sin prisa.
©CÉSAR JOSÉ TAMBORINI DUCA, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO
DE ASOLAPO ARGENTINA
Es tan placentero, amigo querido, leer lo tuyo,que sentí gran alegría al descubrir tu producción,que ya he frecuentado en tu revista,por lo cual agradezco a mis dos grandes amigos que generosamente, publican estas maravillas....!
ResponderEliminarQuerido amigo, es un placer tan grande leer tus envíos de tantos talentos que no todos tenemos a mano, así servido entre joviales comentarios y alusiones a nuestra común tierra argentina, con la seriedad y la fiel reproducción de tal caudal de bella lectura,con la complicidad de otro compatriota querido y talentoso como Norberto y con el infaltable final del buen producto de nuestras tierras mendocinas y sanjuaninas, que solo mi comentario hoy es:Gracias amigos!!!!!
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