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domingo, 16 de agosto de 2015

JUANA AZURDUY, César José Tamborini Duca, León, Espáña

Imagen de: taringa. net

Juana Azurduy
Comenzaré éste artículo con unos versos que no me pertenecen, se trata de un fragmento del payador argentino Evaristo Barrios escrito en 1947 titulado


¡Délen cancha a las mujeres!
Aura que en un hervidero
parece encontrarse el mundo,
con justas razones fundo
lo que aquí decirles quiero.
Si en doloroso entrevero
la mujer pudo mostrar
su coraje pa’ peliar
bien apareada al varón,
¡ha de tener condición
                                                                              dejuro, pa’ gobernar!
                                                 
 Juana Azurduy de Padilla nació el 12 de julio de 1780 en el cantón de Toroca, muy cerca de Chuquisaca, y murió en esta ciudad el 25 de mayo de 1862 (hay quienes afirman que murió en Jujuy).
Heroína de la independencia del Alto Perú (actual Bolivia) y descendiente de una familia mestiza, de la que quedó huérfana muy tempranamente, pasó los primeros años de su vida en un convento de monjas de su provincia natal, Chuquisaca, que era entonces sede de la Real Audiencia de Charcas. Recordemos de paso los diversos nombres con que se conoció la actual Sucre en distintas épocas: La Plata, Charcas, Chuquisaca.
En 1802 contrajo matrimonio con Manuel Ascencio Padilla, y ambos se unieron al movimiento independentista de 1809 que nombró gobernador del territorio a Juan Antonio Álvarez. Del matrimonio nacieron cinco hijos, aunque Manuel no alcanzó a conocer el último pues murió en un encuentro con los realistas antes del nacimiento de aquélla.

Retrocedamos un poco en la historia para saber por qué Juana Azurduy, de nacionalidad boliviana, es considerada una de las mujeres argentinas. Por Real cédula de 1 de agosto de 1776 Carlos III creó el Virreynato del Río de la Plata, en el que estaban incluidas –además de las gobernaciones de Paraguay, Tucumán, Cuyo y del Río de la Plata- los territorios conocidos como “del Alto Perú” (Potosí, Charcas, Santa Cruz de la Sierra) que hoy constituyen Bolivia. En ese territorio, el 16 de julio de 1809, se produjo un movimiento que buscaba la independencia de España. Pero si nos situamos aún más lejos, en el año 1780 (simbólicamente, el año en el que nació Juana Azurduy) la ciudad de La Paz fue sitiada por Túpac Catarí y Bartolina Sisa, alzados en armas en apoyo de Túpac Amarú. En la mencionada sublevación de 1809, Juana Azurduy de Padilla tomó partido por la causa de la libertad americana junto a su esposo.
Producido el movimiento revolucionario del 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires, los realistas altoperuanos pidieron al virrey del Perú José F. de Abascal que enviara auxilios; sin embargo Cochabamba, La Paz, Oruro, Charcas y Potosí se plegaron a la Junta de Buenos Aires, más aún cuando el 7 de noviembre de 1810 se produce la primera victoria de las armas argentinas en Suipacha.
Juana recorría las comarcas vecinas reclutando hombres y mujeres para la guerrilla, organizando con su esposo un batallón denominado “Los Leales” que debía unirse a las tropas enviadas desde la capital del Virreynato, comandando varias acciones contra tropas españolas.
En 1810 se incorporó al ejército libertador de Manuel Belgrano, que quedó muy impresionado por el valor en combate de Juana; en reconocimiento a su labor, Belgrano llegó a entregarle su propia espada. Juana y su esposo participaron en la defensa de Tarabuco, La Laguna y Pomabamba.
Juana Azurduy
Mención especial merece la intervención de Juana Azurduy en la región de Villar, en el verano de 1816. Su marido tuvo que partir hacia la zona del Chaco y dejó a cargo de su esposa esa región estratégica, conocida también en la época como Hacienda de Villar. Dicha zona fue objeto de los ataques realistas, pero Juana organizó la defensa del territorio y, en una audaz incursión, arrebató ella misma la bandera del regimiento al jefe de las fuerzas enemigas y dirigió la ocupación del Cerro de la Plata. Por esta acción y con los informes favorables de Belgrano, el Director Supremo en Buenos Aires Juan Martín de Pueyrredón, en agosto de 1816 decidió otorgar a Juana Azurduy el grado de teniente coronel.
En la dureza de la guerra perdieron la vida sus 4 hijos pequeños que acompañaban al matrimonio. Quince años duró la lucha de estos guerrilleros sin que se dejara de pelear un solo día, y en uno de esos encuentros con las fuerzas realistas, en la batalla de Villar del 14 de septiembre de 1816 perdió la vida su amado esposo, que para salvar la vida de Juana entregó la suya. A la muerte de su esposo asumió la comandancia de las guerrillas que conformaban la denominada Republiqueta de La Laguna.
Luego de dar a luz una niña, se unió al grupo guerrillero que comandaba Martín Miguel de Güemes y operaba en el Alto Perú, pero a la muerte del caudillo salteño esta guerrilla se disolvió y Juana se vio constreñida a malvivir en Salta.
Tras el renunciamiento de San Martín para terminar su gesta libertadora ante la negativa de Rivadavia de proporcionarle los medios humanos y materiales necesarios, fue Sucre en la batalla de Ayacucho (el 9 de diciembre de 1824, batalla en la que participaron los Granaderos a Caballo de San Martín) el que puso fin a la guerra, proclamándose la independencia el 9 de Julio de 1825 siendo Presidente de la Asamblea José Mariano Serrano. (*)

Con la proclamación de la independencia Juana intentó en numerosas ocasiones que el gobierno del nuevo Estado le devolviera sus bienes para regresar a su ciudad natal (de paso recordemos que ella era hija de una mestiza y de un terrateniente de origen español), sin conseguir una resolución favorable. El Mariscal Sucre le había otorgado una pensión que le negaron a partir de 1857, muriendo indigente en 1862 y enterrada en una fosa común. Cien años después durante el gobierno de Víctor Paz Estenssoro sus restos fueron exhumados para ser guardados en el mausoleo que se construyó en su homenaje.

Hoy se le reconocen sus méritos siendo ascendida a Teniente General durante el actual gobierno argentino, que hizo emplazar una estatua en su honor detrás de la Casa Rosada; concebida por el artista argentino Andrés Zerneri, la misma lleva en lo alto de su mano, la espada que le regaló el General Belgrano en reconocimiento a su valor.

Merece transcribirse parte de una carta escrita en 1830 y dirigida “A las honorables Juntas Provinciales (…) Solo el sagrado amor a la patria me ha hecho soportable la pérdida de un esposo sobre cuya tumba había jurado vengar su muerte y seguir su ejemplo; mas el cielo que señala ya el término de los tiranos, mediante la invencible espada de V.E. quiso regresase a mi casa donde he encontrado disipados mis intereses y agotados todos los medios que pudieran proporcionar mi subsistencia; en fin, rodeada de una numerosa familia y de una tierna hija que no tiene más patrimonio que mis lágrimas; ellas son las que ahora me revisten de una gran confianza para presentar a V.E. la funesta lámina de mis desgracias, para que teniéndolas en consideración se digne ordenar el goce de la viudedad de mi finado marido y el sueldo que por mi propia graduación puede corresponderme”.

Vano intento, por una injusticia que es reparada tardíamente con la erección de su estatua el 16 de julio de 2015. El gobierno boliviano donó la escultura que está formada por cuatro piezas que en conjunto pesan 25 toneladas con 9 metros de altura, tardó 3 años en terminarse y trabajaron más de 45 personas en su realización. Se montó sobre una base de 6 metros para alcanzar la altura ideal que permita verla desde las ventanas del Salón Mujeres Argentinas de la Casa Rosada.
(*) José Mariano Serrano había nacido en Chuquisaca y por lo tanto era considerado también argentino. Fue Diputado por Chuquisaca a la Asamblea del Año XIII en Buenos Aires, y diputado por Charcas al Congreso de Tucumán que el 9 de Julio de 1816 declaró la Independencia Argentina “de toda dominación exterior”; como Secretario del Congreso tuvo la previsión de guardar copia de las Actas del mismo que no se conservaron, y gracias a él pudieron ser reconstruidas. Por él llevaban nombre una importante calle y plaza del Bª de Palermo en Buenos Aires, que actualmente se denominan Jorge Luis Borges y Julio Cortázar respectivamente.

© CÉSAR JOSÉ TAMBORINI DUCA, poeta y escritor argentino

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA  

2 comentarios:

  1. Un placer, querido César,escritor,periodista, poeta y amigo, encontrarme con tus bellezas literarias que en este caso, resaltan la importancia de la mujer en la historia...Un saludo Yolanda Elsa Solís Molina

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  2. Qué grande ejemplo de identidad con la tierra, de lucha contra la injusticia. Gracias por recordar a esta ejemplar mujer de la Patria Grande, tan ignorada por los medios de comunicación, cuyos héroes sólo se destacan en las luces de las pantallas falsas, en el odio sin fundamento y en la perjudicial banalidad. El gesto de Manuel Belgrano hacia Juana Azurduy, demuestra su pensamiento contemporáneo, abierto y práctico. Felicitaciones Norberto Pannone.

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