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Juana Azurduy
Comenzaré éste artículo con unos
versos que no me pertenecen, se trata de un fragmento del payador argentino
Evaristo Barrios escrito en 1947 titulado
¡Délen cancha a las mujeres!
Aura que en un hervidero
parece encontrarse el mundo,
con justas razones fundo
lo que aquí decirles quiero.
Si en doloroso entrevero
la mujer pudo mostrar
su coraje pa’ peliar
bien apareada al varón,
¡ha de tener condición
dejuro, pa’ gobernar!
Juana Azurduy de
Padilla nació el 12 de julio de 1780 en el cantón de Toroca, muy cerca de
Chuquisaca, y murió en esta ciudad el 25 de mayo de 1862 (hay quienes afirman
que murió en Jujuy).
Heroína de la
independencia del Alto Perú (actual Bolivia) y descendiente de una familia
mestiza, de la que quedó huérfana muy tempranamente, pasó los primeros años de
su vida en un convento de monjas de su provincia natal, Chuquisaca, que era
entonces sede de la Real Audiencia de Charcas. Recordemos de paso los diversos
nombres con que se conoció la actual Sucre en distintas épocas: La Plata,
Charcas, Chuquisaca.
En 1802 contrajo
matrimonio con Manuel Ascencio Padilla, y ambos se unieron al movimiento
independentista de 1809 que nombró gobernador del territorio a Juan Antonio
Álvarez. Del matrimonio nacieron cinco hijos, aunque Manuel no alcanzó a
conocer el último pues murió en un encuentro con los realistas antes del
nacimiento de aquélla.
Retrocedamos un
poco en la historia para saber por qué Juana Azurduy, de nacionalidad
boliviana, es considerada una de las mujeres argentinas. Por
Real cédula de 1 de agosto de 1776 Carlos III creó el Virreynato del Río de la
Plata, en el que estaban incluidas –además de las gobernaciones de Paraguay,
Tucumán, Cuyo y del Río de la Plata- los territorios conocidos como “del
Alto Perú” (Potosí, Charcas, Santa Cruz de la Sierra) que hoy constituyen
Bolivia. En ese territorio, el 16 de julio de 1809, se produjo un movimiento
que buscaba la independencia de España. Pero si nos situamos aún más lejos, en
el año 1780 (simbólicamente, el año en el que nació Juana Azurduy) la ciudad de
La Paz fue sitiada por Túpac Catarí y Bartolina Sisa, alzados en armas en apoyo
de Túpac Amarú. En la mencionada sublevación de 1809, Juana Azurduy de Padilla
tomó partido por la causa de la libertad americana junto a su esposo.
Producido el
movimiento revolucionario del 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires, los realistas
altoperuanos pidieron al virrey del Perú José F. de Abascal que enviara
auxilios; sin embargo Cochabamba, La Paz, Oruro, Charcas y Potosí se plegaron a
la Junta de Buenos Aires, más aún cuando el 7 de noviembre de 1810 se produce
la primera victoria de las armas argentinas en Suipacha.
Juana recorría las
comarcas vecinas reclutando hombres y mujeres para la guerrilla, organizando
con su esposo un batallón denominado “Los Leales” que debía
unirse a las tropas enviadas desde la capital del Virreynato, comandando varias
acciones contra tropas españolas.
En 1810 se
incorporó al ejército libertador de Manuel Belgrano, que quedó muy impresionado
por el valor en combate de Juana; en reconocimiento a su labor, Belgrano llegó
a entregarle su propia espada. Juana y su esposo participaron en la defensa de
Tarabuco, La Laguna y Pomabamba.
Juana Azurduy
Mención especial
merece la intervención de Juana Azurduy en la región de Villar, en el verano de
1816. Su marido tuvo que partir hacia la zona del Chaco y dejó a cargo de su
esposa esa región estratégica, conocida también en la época como Hacienda de
Villar. Dicha zona fue objeto de los ataques realistas, pero Juana organizó la
defensa del territorio y, en una audaz incursión, arrebató ella misma la
bandera del regimiento al jefe de las fuerzas enemigas y dirigió la ocupación
del Cerro de la Plata. Por esta acción y con los informes favorables de
Belgrano, el Director Supremo en Buenos Aires Juan Martín de Pueyrredón, en
agosto de 1816 decidió otorgar a Juana Azurduy el grado de teniente coronel.
En la dureza de la
guerra perdieron la vida sus 4 hijos pequeños que acompañaban al matrimonio.
Quince años duró la lucha de estos guerrilleros sin que se dejara de pelear un
solo día, y en uno de esos encuentros con las fuerzas realistas, en la batalla
de Villar del 14 de septiembre de 1816 perdió la vida su amado esposo, que para
salvar la vida de Juana entregó la suya. A la muerte de su esposo asumió la
comandancia de las guerrillas que conformaban la denominada Republiqueta de
La Laguna.
Luego de dar a luz
una niña, se unió al grupo guerrillero que comandaba Martín Miguel de Güemes y
operaba en el Alto Perú, pero a la muerte del caudillo salteño esta guerrilla
se disolvió y Juana se vio constreñida a malvivir en Salta.
Tras el
renunciamiento de San Martín para terminar su gesta libertadora ante la
negativa de Rivadavia de proporcionarle los medios humanos y materiales
necesarios, fue Sucre en la batalla de Ayacucho (el 9 de diciembre de 1824,
batalla en la que participaron los Granaderos a Caballo de San Martín) el que
puso fin a la guerra, proclamándose la independencia el 9 de Julio de 1825
siendo Presidente de la Asamblea José Mariano Serrano. (*)
Con la proclamación
de la independencia Juana intentó en numerosas ocasiones que el gobierno del
nuevo Estado le devolviera sus bienes para regresar a su ciudad natal (de paso
recordemos que ella era hija de una mestiza y de un terrateniente de origen
español), sin conseguir una resolución favorable. El Mariscal Sucre le había
otorgado una pensión que le negaron a partir de 1857, muriendo indigente en
1862 y enterrada en una fosa común. Cien años después durante el gobierno de
Víctor Paz Estenssoro sus restos fueron exhumados para ser guardados en el
mausoleo que se construyó en su homenaje.
Hoy se le reconocen
sus méritos siendo ascendida a Teniente General durante el actual gobierno
argentino, que hizo emplazar una estatua en su honor detrás de la Casa Rosada;
concebida por el artista argentino Andrés Zerneri, la misma lleva en lo alto de
su mano, la espada que le regaló el General Belgrano en reconocimiento a su
valor.
Merece
transcribirse parte de una carta escrita en 1830 y dirigida “A las
honorables Juntas Provinciales (…) Solo el sagrado amor a la patria me ha hecho
soportable la pérdida de un esposo sobre cuya tumba había jurado vengar su
muerte y seguir su ejemplo; mas el cielo que señala ya el término de los
tiranos, mediante la invencible espada de V.E. quiso regresase a mi casa donde
he encontrado disipados mis intereses y agotados todos los medios que pudieran
proporcionar mi subsistencia; en fin, rodeada de una numerosa familia y de una
tierna hija que no tiene más patrimonio que mis lágrimas; ellas son las que
ahora me revisten de una gran confianza para presentar a V.E. la funesta lámina
de mis desgracias, para que teniéndolas en consideración se digne ordenar el
goce de la viudedad de mi finado marido y el sueldo que por mi propia
graduación puede corresponderme”.
Vano intento, por
una injusticia que es reparada tardíamente con la erección de su estatua el 16
de julio de 2015. El gobierno boliviano donó la escultura que está formada por
cuatro piezas que en conjunto pesan 25 toneladas con 9 metros de altura, tardó
3 años en terminarse y trabajaron más de 45 personas en su realización. Se
montó sobre una base de 6 metros para alcanzar la altura ideal que permita
verla desde las ventanas del Salón Mujeres Argentinas de la
Casa Rosada.
(*) José Mariano
Serrano había nacido en Chuquisaca y por lo tanto era considerado también
argentino. Fue Diputado por Chuquisaca a la Asamblea del Año XIII en Buenos
Aires, y diputado por Charcas al Congreso de Tucumán que el 9 de Julio de 1816 declaró
la Independencia Argentina “de toda dominación exterior”; como Secretario del
Congreso tuvo la previsión de guardar copia de las Actas del mismo que no se
conservaron, y gracias a él pudieron ser reconstruidas. Por él llevaban nombre
una importante calle y plaza del Bª de Palermo en Buenos Aires, que actualmente
se denominan Jorge Luis Borges y Julio Cortázar respectivamente.
© CÉSAR JOSÉ TAMBORINI DUCA, poeta
y escritor argentino
MIEMBRO
HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
Un placer, querido César,escritor,periodista, poeta y amigo, encontrarme con tus bellezas literarias que en este caso, resaltan la importancia de la mujer en la historia...Un saludo Yolanda Elsa Solís Molina
ResponderEliminarQué grande ejemplo de identidad con la tierra, de lucha contra la injusticia. Gracias por recordar a esta ejemplar mujer de la Patria Grande, tan ignorada por los medios de comunicación, cuyos héroes sólo se destacan en las luces de las pantallas falsas, en el odio sin fundamento y en la perjudicial banalidad. El gesto de Manuel Belgrano hacia Juana Azurduy, demuestra su pensamiento contemporáneo, abierto y práctico. Felicitaciones Norberto Pannone.
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