LA MUERTE AZUL
A las
voraces aguas azules del Mediterráneo, se lanzaba una precaria barcaza
colmada de
vidas desesperadas, huyendo del terror, la miseria y la persecución.
Hacinados,
sudorosos, la mirada fija en la orilla lejana que sólo su anhelo veía.
Brazos
morenos y delgados harían el postrer esfuerzo, después de la decisión
de elegir
entre la vida y la muerte, el terror o una eventual, nueva existencia...
Dos o tres
mujeres en evidente estado de embarazo, se habían atrevido a esa
aventura
incierta, después de una elección entre ello o un triste final en soledad.
Era la
desesperada huida como última salida o hambre, persecución y guerra...
Esos hijos
del dolor, quizá pudiesen sobrevivir en una nueva tierra, en paz...
Los
patrones de la barca, cobraban mientras tanto el pasaje, sin escrúpulos
ya que
sabían que iban a un viaje inseguro, penoso, interminable o fatal....
Especulaban
con la muerte de seres amontonados, derrotados, débiles...
En sus
ojos, desorbitados se notaba que no habían tenido otra salida a tanta
persecución,
martirio y bandas organizadas que especulando con su desgracia,
hacían su
caja, amontonando ignominia, ignorando clamores de angustia....,
Los
ateridos pasajeros, con sus espaldas doblegadas como sus almas,
hacían el
último esfuerzo ......¡ Ya les quedaban dos opciones, vivir o morir...!.
La noche
cubrió el atronador ruido del viento sobre las oscuras marejadas...
La horas
de tan definitivo viaje, iban mermando las fuerzas de tan improvisados
navegantes,
el frío paralizaba sus defensas, el hambre y la sed, se enseñoreaba
ya de la
mayoría, los ojos desorbitados brillaban en la oscuridad de sus ingratos
destinos,
la tensión y el esfuerzo, comenzaba a traducirse en riñas o miradas
furtivas,
que las olas celosas ante los intrusos de su soledad, inquietaban con su
violencia
,aún más, a esas almas sin paz ni alegría...¡Una riña súbita, colmó
de
gritos y
furia un sector de la barcaza.! Hubo unos golpes y todo fue tan rápido que
cuando las
espumantes olas se llevaron dos cuerpos, todos quedaron mudos,
al ver
horrorizados como las olas solo dejaron ver unos brazos suplicantes que
desaparecieron
al instante. El silencio de la muerte reinaba en el puñado de
rostros
que se volcaban a consolar a una pobre mujer desesperada....
Al salir
un sol radiante que ignoraba dolores y tragedias, solo cumpliendo su misión
de
alumbrar un mundo que se va destruyendo solo, se vio a lo lejos que la tierra
firme,
aún les
daba el ignoto suplicio de unas vallas insalvables, de fusiles apuntándolos,
a estos
peligrosísimos hombres, mujeres y niños, que de nuevo, debían elegir entre
la vida y
la muerte.
©YOLANDA ELSA SOLÍS MOLINA, poeta y escritora argentina,
desde Barcelona, España.
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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