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AGUA
En el camino que va desde el pueblo al pico Tell hay una casa
de campo con una explanada delante de la puerta principal, en cuyo centro se
levanta un pozo pintado de azul.
Cuando subes
la cuesta, ves, durante un tramo del camino, el hermoso pozo. Recuerdo que
muchas veces una mujer de avanzada edad, sacaba agua del pozo sirviéndose de un
cubo atado a una soga. Lo más chocante, el deleite que expresaba al beber el
agua del cubo con un vaso que sostenía firmemente en la mano.
Me paré un
día al bajar del pico Tell en pleno verano llena de un calor sofocante. La
mujer me ofreció el vaso lleno del agua cristalina que con tanto placer bebía.
Ya lo había hecho alguna vez cuando bajaba de mis excursiones campestres.
.-Buena, ¿no?
.- ¡Deliciosa y con este calor me
sabe a gloria!
.- ¡NO, te sabe a amor!
.-Una mañana de oro
después de una noche de plata
el dolor y el desamor
se ahogaron en el agua.
¿Me estará recitando un poema la buena señora? Me dije para
mis adentros. Y como si adivinara mis pensamientos repuso:
.- Ya se lo malo que son mis versos, pero dicen verdades.
Marita desapareció y todos dicen que se fue con su amante, lejos, muy lejos,
porque ya nunca volvió. Yo sé que no fue así. Para impedir que se fuera con su
amor, su padre la echo al pozo.
.- ¡Oh, no me diga! -repuse
escéptica.
.- Desde entonces esta agua es más dulce, más sabrosa,
refrescante. Penetra hasta lo más recóndito de tu ser, es la fuerza de su amor
que te invade. ¡Saboreé, saboréela. - dijo con énfasis.
.- Ella desde el fondo del pozo le regala todo el empuje que
su amor frustrado le dio.- dijo al tiempo que miraba el pozo y el vaso de agua.
Sabía que la joven Marita había desaparecido, pero que su
padre la hubiera matado y echado al pozo, me parecía un total desatino.
La señora del vaso de agua y del pozo era la tía de la joven
desaparecida, la única superviviente de aquella solitaria familia del olvidado
caserón a medio tramo del encrespado camino del pico más alto del contorno.
Me fui, sino corriendo, bastante presurosa al tiempo que
empecé a sentir en el último sorbo de agua, un sabor extraño que me apretaba la
garganta.
SALOMÉ MOLTÓ, poeta y escritora de Alcoy, Alicante,
España.
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
Qué hermoso cuento Salomé,conserva toda la magia y el misterio de los cuentos que me contaba una tía española que con toda la familia, llegó a Argentina durante la guerra de Melilla.Los hermanos que iban a la milicia, no volvían y la familia decidió afincarse en ARGENTINA.....Sus cuentos eran asi como AGUA, bellos, atrapantes y con un aurea de magia transmitido desde una generación a otra,
ResponderEliminarCariños de Yolanda
Que bello y atrapante cuento amiga mía, con esa aparente simplicidad que en realidad es una mágica componente del relato que te atrapa y luego sigue flotando en tu mente y en tu espíritu, aún cuando ya hayas abandonado su lectura hace rato...sigues atrapada en él.
ResponderEliminarQue decirte Salomé, mas que agradecerte por deleitarnos con tu lectura, y felicitarte humildemente, gran escritora. Aparte de sentirme amiga, soy una ferviente admiradora de tus letras. Tanto en cuentos, como en el análisis justo y preciso de la realidad que vivimos.
Un fuerte abrazo.