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viernes, 4 de enero de 2013

LIBERTAD

LIBERTAD

            ¿Libertad? ¡No me la  interpreten mal, no me la confundan!
            ¡Libertad, OH Libertad! ¡Qué hermosa palabra!
            Estoy segura que nadie, absolutamente nadie, tiene el mismo concepto ni le da el mismo valor a esta hermosa palabra.
            Yo me la imagino vestida de blanco, de azul, de verde, envuelta de rojo,  pero nunca de negro.
            Blanco por su pureza, la Libertad la tiene, de azul porque vaga a través del ancho cielo a la busca  del todo y de todos, pues a todo el mundo incumbe.
            De verde porque siempre es y será Esperanza, porque la Esperanza vistió a la Libertad, y de rojo porque en sí encierra el empuje de la lucha ante la injusticia, porque la Libertad es ¡tantas cosas.!
            Es el compás de mi aliento, la mesura de mis actos, el mar donde nadan mis ilusiones.     Cuando el sociólogo anarquista Proudhon  apunto a que “mi libertad termina donde empieza la tuya”, ordenó el pensamiento, no en la Libertad individual sino, en la colectiva, en la prolongación universal de un valor común a todos. Porque todos la ansiamos.
            Junto a sus hermanas Igualdad y Fraternidad, Libertad se vistió de futuro con fuerza y junto a ellas llevaron al pueblo francés a una revolución que cambió como no había conocido nunca, la humanidad.
            Y la señora Libertad, tanto vestida de azul, de rojo o de verde fue sembrando de ilusiones, de derechos, de justicia por donde puso y pone su asiento y nadie, ni nada se le resiste. Es como agua para el sediento, apoyo para el abatido y una tabla de salvación para el naufrago social.
            NO hay libertad sin conciencia, sin derechos y responsabilidades,  y nunca,  viaja sola. Lo hace acompañada de lo justo, lo noble, lo profundo.
            Es más importante que la esencia de un perfume, más profunda que las aguas del océano, más grandiosa que el universo ya que nos es tan necesaria como el oxigeno que respiramos y donde  carece, todo  se desvanece y perece sin remisión
            Es el agua del sediento, la luz del nuevo amanecer, el futuro en esencia y la paz de mi espíritu. Alimenta armónicamente la convivencia.
            Hace frente a la opresión, al autoritarismo y lleva en sí el equilibrio del valor más importante que rige nuestra existencia, tanto individual como colectivamente.

¿Pero oiga y el libertinaje? ¿Qué me dice del libertinaje?
¡Perdón,  lo siento,  a ese señor, yo, no lo conozco!


©SALOMÉ MOLTÓ, periodista, poeta y escritora. Alcoy, Alicante, España
Miembro Honorífico de ASOLAPO ARGENTINA

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