ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL ABORTO.
Hablar
del aborto es un tema complejo. Fácilmente se dice “sí” o “no” de manera
visceral, por lo que se impone el análisis ajustándonos a lo que nos dice la
Ciencia sobre la vida. Algo está claro, y es que los pro-abortistas lo
disfrazan bajo el eufemismo de “interrupción voluntaria del embarazo”. Por algo
será. Y es que la cultura de la muerte, no gusta. Precisamente por eso; porque
el aborto produce una muerte. Eso, nadie que sepa lo que dice, puede negarlo.
Toda reflexión sociológica, legal, moral, filosófica o religiosa, para ser
válida, habrá de partir desde una rigurosa información científica.
Seis
horas después de la fecundación se desencadena una prodigiosa explosión de
vida. Al fusionarse las dos células germinales se constituyen en una (el
zigoto), y esta se divide (blastómeros) en dos, las dos en cuatro, y así hasta
llegar a…60.000 millones de millones, que son las células que constituyen el
cuerpo al nacer.
Sin
ánimo de ser exhaustivo, fijémonos en el proceso. A la tercera semana ya late
un diminuto corazoncito. Al mes comienza a esbozarse un primer sistema nervioso
y circulatorio. A las 6 semanas el cerebro aumenta y puede hacérsele un
encefalograma. A las 7 semanas se desarrolla el hígado y los brazos y piernas
se visualizan. A las 8 se le llama feto y su aspecto es claramente humano, y
también se le puede hacer un electrocardiograma, y a la 10 está completamente
formado. A los 3 meses se mueve y es sensible al dolor. A los 4 meses se mueve
en el vientre de la madre y pesa alrededor de 225 gramos. Del quinto al sexto
mes se escucha el latido del corazón con el estetoscopio y cuando oye latir el
de la madre, se tranquiliza. Entre el sexto y el octavo mes están terminados
todos los órganos y al noveno se produce el nacimiento. Como se ve, no es una “cosa”,
sino lo que hoy somos nosotros, sólo que muy pequeñito. Vida incipiente y en
formación progresiva.
Lo
que los partidarios de suprimirla aducen con sutileza, es ¿desde cuándo esa
vida es “humana”? Reflexionemos, pues, los argumentos.
Según la
tesis de la aceptación, es necesario que sea aceptado (lo que viene a decir
que, arriesgan las consecuencias del placer, para renegar según las
circunstancias de su posible resultado). Existe una ley genética de protección
de la especie inscrita en los cromosomas de los marsupiales, haciendo que,
cuando abortan espontáneamente protegen al feto en la bolsa ventral durante
largos meses. ¿Acaso es más humano un animal que el propio hombre? De aceptarse
este planteamiento, se sometería al capricho o arbitrariedad la naturaleza humana.
La condición de persona reside en la pura objetividad, no en la subjetividad.
Dicho de forma grotesca, ¿Puede el capricho o las circunstancias hacer que por
no ser aceptado se convierta el feto humano en el de un animalito? ¿O, tal vez,
qué?
No
queda aquí la cosa en lo que respecta a la aceptación. Van más allá de ella. Es
cuando se aduce que es parte del cuerpo de la madre y que ella puede disponer
de él. Lo cual es falso. Su origen está en la unión del óvulo materno y el
espermatozoide paterno, y de ella procede el nuevo ser. La madre es libre de
realizar el acto sexual que puede dar origen a la nueva vida, pero el ser
engendrado es distinto a ella. El concebido no es una parte más de su propio
cuerpo, como pueden ser los riñones o una mano.
Los
partidarios del aborto aceptan que tiene vida, y que esta vida es humana (¿qué
otra cosa podría ser?), pero añaden que ha de ser vida “humanizada”. Esto es, la otorgan en el momento de nacer. Si nos referimos al periodo de gestación,
desde el aspecto biológico, Lejeune, eminente biólogo, dice al respecto:” Nadie
habla ni conoce la chimpanificación progresiva del feto de la mona”. O es un
mono, o no lo es. ¿Qué ha de ocurrir al feto para que un instante después del
alumbramiento sea ya vida humanizada y no lo sea antes? ¿Puede esa humanización
dársela un suero de prostaglandina que la adelanta o retrasa? Si nos atenemos al
punto de vista sociológico, la humanización es el proceso mediante el cual, y
por el contacto social, el ser humano desarrolla las potencias psíquicas que
les pertenecen. Pero, si se argumenta lo dicho, por las mismas circunstancias
resultaría válido eliminar a otros seres con profundas deficiencias psíquicas,
negándoles su condición humana.
Los
planteamientos han quedado respondidos. Conocemos cuándo y cómo se inicia la
vida humana y su desarrollo. También, que esta vida es humana desde su
comienzo. Mas, ¿por qué se da este hecho de la cultura abortista?
En
el panorama sociológico el aborto se presenta como un acto violento enmarcado
dentro de una cultura de violencia. El aborto significa eliminar de un plumazo
una carga indeseada, y esto ha calado por la permisividad. Incluso, se dice,
que la libertad no podrá ejercitarse sino cuando se hayan eliminado los
prejuicios. Por eso, existe todo un vocabulario al uso lleno de resonancias
emocionales. A este respecto, el historiador Huizinga pone el dedo sobre la
llaga, diciendo: “Uno de los errores más curiosos de nuestro tiempo moderno, es
creer que un mal se convierte en un bien cuando muchos lo desean en común”.
Las
medidas terapéuticas se refieren a las situaciones en las que el embarazo va a
dañar la salud física de la madre. Hoy día, debido al avance de la medicina, se
circunscribe a los casos de cáncer de útero y embarazos ectópicos (en estos
supuestos, llevado al término médico, al no poderse salvar el feto, la terminología
“aborto” sería inadecuada).
Las
razones humanitarias que se alegan en los casos de delitos sexuales son las más
fáciles de esgrimir - y sin negar la gravedad del supuesto, - no debería descartarse el planteamiento de que
resulta una extraña lógica la de matar al hijo no deseado por la
irresponsabilidad de los padres. Entre los argumentos, algunos más enmarcables,
como sería el caso de las razones económicas, esto es, eliminar al hijo por no
disponerse de medios para su manutención, el planteamiento, y más en la actual
sociedad donde se extiende la pobreza sin que los políticos sean capaces de
darle una solución, debería llevar pareja esta otra pregunta, ciertamente
sarcástica sarcástica: Si se trata de reducir el número de bocas, ¿por qué no
comenzar por aquellos que comen más?
Como
puede verse, en todos los casos existe la colisión de los derechos,
resolviéndose con la inversión de la jerarquía de los valores. Es el derecho a
la vida el que resulta sacrificado. Por eso, debemos hacernos una pregunta:
¿Qué es la vida humana según el Derecho?
Lo primero que ha de decirse es que la vida es el sustrato de todo derecho. No es posible otorgar derecho alguno si se niega aquel que es sostén de todos y cada uno de todos: el derecho a la vida. Y es la Ley la que ha de garantizarla ante los que desean eliminarla. Vivimos en una sociedad contradictoria. Se respeta la vida del culpable y se elimina la de un inocente. Cuando esto se acepta, se conoce el principio, pero no el fin. La Historia así lo muestra. Basta echar la mirada atrás y contemplar el Holocausto, donde se comenzó eliminando aquellos que no eran útiles para la sociedad, y también a los enfermos que suponían una carga para todos. En la actualidad, las leyes que propenden a la eutanasia han de hacernos reflexionar que también está en riesgo la vida de los mayores.
La
Ley ha de ser garantizadora del Derecho. No puede ser neutra, es decir,
permisiva, que a nadie obliga pero que tranquilamente puede hacerlo cuando
quiere, amparándose en determinados supuestos.
La
cifra de los abortos en el mundo resulta escalofriante. El lector puede
informarse si así lo desea. No vamos a ignorar la responsabilidad que acarrea
la maternidad. La sociedad, más allá de la permisividad, ha de tomar buena nota
de ello. Antes, se argüía que la madre soltera era rechazada. Hoy no es así,
pero la mujer que se encuentra embarazada en una situación inestable, ha de ser
apoyada. De una parte, creándose una imagen transparente de la adopción. Es
preferible que la mujer pueda delegar esa maternidad no asumida, que la
eliminación del hijo que lleva en el vientre. De otra, el estado ha de ofrecer
una intervención educativa, facilitando la diferenciación entre sexualidad y
pornografía. Es suficiente un vistazo a determinados medios, para entender qué
consecuencias se derivan entre la sexualidad responsable y el reclamo del sexo
sin responsabilizarse de las consecuencias.
No
debe concluirse esta reflexión sin tenerse en cuenta la utilización del tema
del aborto por parte de determinados partidos políticos, los cuales no dudan en
utilizar la permisividad para la captación del voto, ofreciéndolo como un logro
de la progresía, dejándolo en las manos de un sicario con bata blanca.
ÁNGEL MEDINA – Málaga,
España
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO
ARGENTINA
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