AICUÑA - ¿PUEBLO DE ALBINOS?
Aicuña es un pueblo enquistado en el corazón
de las Sierras de Famatina, Pcia. de La Rioja, constituido por cerca de 300
habitantes. Esta comunidad es reconocida por el elevado grado de albinismo de
sus pobladores. Además de esta peculiaridad es un lugar encantador, de una
belleza atemporal donde naturaleza y sosiego se conjugan para forjar la bonanza
de sus pobladores.
Aicuña se
presenta como una calle larga, curva y en subida rodeada de cerros, que nace a mil quinientos metros
sobre el nivel del mar y acaba a los mil ochocientos. Es un caserío que no
aparece en la mayoría de los mapas. Se fundó en 1715. Su nombre significa
“vuelta obligada” en referencia a la
única calle que atraviesa el pueblo por donde se entra y se sale. Los primeros
habitantes de la región provenían de los indios Capallanes.
Llegar a este poblado que se encuentra
a 60 km de Chilecito, sugiere la inquietante aventura de transitar riesgosas
curvas que bordean precipicios insondables en la cuesta de Miranda, entre
montañas de múltiples colores a 2000 metros sobre nivel del mar.
El albinismo ha sido el epicentro que
atrajo la mirada de curiosos e investigadores lo que generó gran incomodidad y
malestar en sus habitantes al sentirse espiados, fotografiados y mirados con
curiosidad malsana. Esta invasión los llevó a cerrar puerta y ventanas ante la
presencia de los “intrusos”.
La causa del alto grado de albinismo
responde a un fenómeno sociológico y genético. La circunstancia del aislamiento
geográfico es categórico. Un camino serpenteante entre cerros comunica –o
aísla- Aicuña con el mundo durante cuatro siglos; un lugar que se desentiende
del tiempo y su progreso. Su población se desarrolló dentro de un sistema
endogámico -el casamiento entre parientes era común en aquellos tiempos- con la
consecuencia de que la mayoría de sus habitantes estuvieran emparentados entre
sí.
“El albinismo es un trastorno genético
heterogéneo causado por mutaciones en diferentes genes; produce reducción o
ausencia total del pigmento melánico en los ojos, la piel y el pelo”. Por ello
las retinas y la piel resultan algo rosadas y el pelo blanco. El sol les causa
daño, por consiguiente, los albinos suelen protegerse con anteojos oscuros. Sus
pupilas de color rosado corresponden al tipo de albinismo llamado oculocutáneo
que afecta ojos, piel y cabello. Las pupilas viran de un lado a
otro con un movimiento involuntario conocido como nistagmus.
Aicuña es conocida también como el
pueblo de los Ormeño. Según el censo 2010 de las 200 personas, aproximadamente,
que figuraban en el padrón, 143 eran Ormeño y en la escuela, de 100 alumnos 87
llevaban el mismo apellido. Tan sorprendente es la concentración de éste como
la de albinos cuyo apellido también lo es.
Otro dato significativo en los pagos
de Aicuña es que las tierras no eran fiscales sino que ya tenían dueño, lo que
motivó que levantaran registros legales de transferencia hereditaria. Como casi
todos son parientes, casi todos también son dueños legítimos de sus
propiedades.
En 1970 el Dr. Eduardo Castilla,
especialista en genética poblacional, cautivado por el albinismo de Aicuña,
llevó a cabo estudios de gran profundidad. Rastreó el gen a lo largo de catorce
generaciones y logró un vasto árbol genealógico cuyos orígenes datan de
principios del siglo XV. Algo llamativo es que la conservación de los
archivos del Registro Civil, de la iglesia, y de la memoria viva de los
habitantes no ocultaron la paternidad de hijos naturales.
Complejas
investigaciones realizados por la Johns Hopkins University de USA arroja
el resultado de que hay un albino por cada 17000 personas en el mundo. En
Aicuña, a fines del siglo XIX se han registrado cuarenta y seis nacimientos de
niños albinos en una población conformada por 300 habitantes. Significa que su
índice de albinismo es de uno por cada noventa. Según el doctor Castilla el
coeficiente de albinismo es casi doscientas veces mayor en Aicuña que en el
resto del planeta.
Este
investigador llegó a identificar al antepasado común de la dinastía: el general
Nicolás de Brizuela, español perteneciente a la nobleza que llegó a La Rioja
alrededor de 1638 en compañía de su mujer y varias hijas. Nicolás de Brizuela
no era albino, pero sí lo era su hermano, un militar de rango que había quedado
en España, apodado el “payo” en referencia a su albinismo. Apelativo que se
trasladó a estas tierras.
Nicolás de
Brizuela intimó, además, con una Cacica de Olta con quien tuvo un hijo,
Domingo, al que le otorgó su apellido. Pensando en su futuro el General
decide comprarle las tierras, la estancia de Aicuña y alrededores a Juan de
Miranda - de quien toma el nombre la famosa cuesta -y ponerlas a nombre de éste
hijo ilegítimo para evitar el reclamo de otros descendientes legítimos.
El doctor
Eduardo Castilla llega a descubrir en su estudio genético un gran dato: que,
aunque el hijo «ilegítimo» no fue albino, sí lo fueron dos de los otros ocho.
De modo que su conclusión nos arroja una sorprendente certeza biológica: el
primer portador del gen fue el general español.
Si Aicuña
no hubiese permanecido trescientos cincuenta años aislada y sin mezclarse con
gente de otros lugares seguramente no habrían nacido cuarenta y seis albinos en
poco más de un siglo.
Considerando que 8 de cada 10 habitantes llevan el apellido Ormeño la
probabilidad de que el gen se manifieste crece exponencialmente, con la certeza
de que la mayoría de los adultos son portadores del mismo. Para que un niño
nazca albino no es necesario que sus padres sean familiares directos, basta con
que ambos desciendan de la misma rama genealógica.
Aicuña
tiene una historia traspasada por la sangre, las discrepancias por la herencia
y también por la genética. Las luchas sostenidas por la usurpación de las
tierras se prolongó por siglos lo que acentuó el instinto de sostener la
presencia en esos campos para defenderlos mediante el aislamiento geográfico.
En consecuencia, devino en la multiplicación de familias que crecían en forma
endogámica, con la consanguinidad que esto supone.
En el
momento preciso de la historia aparece don Apolinario Ormeño procedente del
Perú dando inicio a una fecunda familia que logró erradicar, casi en su
totalidad el apellido Brizuela.
La
economía de la zona se basa en el cultivo de la nuez, maíz, olivo y la cría de
cabras.
Desde otro
ángulo podemos asegurar que el principal patrimonio del pueblo es la gente y su
calidez, su hospitalidad y empatía. El visitante siempre encontrará, en un
marco de naturaleza sin estridencias, humildes casas de adobe que parecen
salidas de un cuento, una mesa servida con queso de cabra, dulces caseros,
quesillos, pan criollo, como corolario de una visita irrepetible.
GLADYS ABILAR – Chilecito,
La Rioja
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO
ARGENTINA
No hay comentarios:
Publicar un comentario