SONETOS CON OMISIÓN DE VOCALES
Soneto sin A de Amor
Eso que dicen que es licor divino
y delirio febril de los sentidos;
violín de luz y ensueño en los oídos,
cielo en los ojos, beso del destino.
Golpe de luz y viento en torbellino,
se hiere con dolores bienqueridos;
él vive del retorno en los olvidos
bebiéndose el recuerdo como un vino.
Eso, que surge de dos ojos tiernos,
y es como dulce lumbre en los inviernos
su bendición de peligroso fuego;
de eso --con sed de sol y de infinito—
que se robó mi fe, yo no reniego
¡perdido infierno, Lucifer bendito!
Soneto sin E de Esperanza
La vida, amarga copa almibarada,
(dádiva corolada por la usura)
nos otorga la luz, y una figura
por risas y por llantos animada.
Sombra fugaz, mostrando iluminada
una faz clara tras la faz oscura,
disfraza con la flor la pinchadura,
y al dolor con dichosa mascarada.
Voz cariñosa, con amor nos nombra
y al sufrir nos impulsa, y a la sombra
final, cuando por luz aún clamamos...
Vivir, soñar, amar... ¡cuán poca cosa!
la vida arrastra todo hacia la fosa,
¡no sabrá jamás cuánto la amamos!
Ausente luz del ángel que ha volado;
perfume muerto de apagada rosa;
y un pájaro de otoño que reposa
en árbol que fue alondra y ha callado.
Rara luna que sube del pasado;
antaño llama azul, huella ardorosa
en la frente, y ahora, extraña prosa
su verso todo herrumbre y enterrado.
La rama de la frente alza, desnuda,
su soledad, ante la tarde muda,
no hay gorjeos en ella, no hay aromas.
Anochece, en un valle que está yerto;
un ocaso con fuga de palomas,
y un corazón que late y dobla a muerto.
En mí, siempre, un zaguán y una ventana,
y una niña mendiga que pedía;
y en mí, una lluvia y su impiedad que hería
la angelical carita ya de anciana.
Siempre en mí, aquella música lejana
que escuché una nublada tarde fría;
y un barrilete azul, (ala que unía
el azul a mi azul edad temprana).
En mí, siempre, mi madre. Viva y muerta
su imagen en la casa ya desierta;
y una pared y luz de madreselva;
y un sauce, trémula garúa verde;
y esta alma, sin edad, para que vuelva
cualquier querida ausencia que recuerde.
Soneto sin U de Último
Joya otoñal, adorna ya el sendero
la hoja dorada y de alto verde otrora,
y esta canción sin voz, y ayer sonora,
ya es ala de silencio cancionero.
No es símbolo del verso postrimero
el verso dicho débilmente ahora,
esa pared de sombra aterradora
no señala el final del derrotero.
Dormirán (sin soñar) la eterna calma
el pájaro invisible de mi alma,
mi yerto corazón, mi frente fría;
y entre polvo y silencio, en haz sonoro
los versos vivos, como alado coro,
sobre mi noche cantarán un día.
©ANIBAL
de ANTÓN, poeta y escritor argentino
(San Pedro, 6 de julio de 1922
- San Pedro, 23 de enero de 1990)
De su libro “ODA FINAL A CARLITOS” – Torres Agüero Editor – Bs. As. 1993 – con prólogo de Luis Alposta.
Excelentes los sonetos con omisión de vocal de Aníbal Antón. Me encantaron. Gracias, Norberto, por su publicación.
ResponderEliminar