Imagen de: plenitudyconsciencia.blogspot.com
CUENTOS – TRÍADA
SOCIOLÓGICA
El Uno - CASO POLICIAL[1]
Porque
hay de todo en la viña del Señor…
Y
la Mujer es un misterio: un misterio
que hay que descubrir cuando no, aprender a desentrañar todos los días…
Ahora, te veo…
… ¡Sos
un hijo de perra! ¡Hace más de diez minutos que venimos marchando y no dijiste
una palabra! ¡El soplón del Turco me dijo que ibas a hablar, gallina emplumada!
¡Y esta vez me cobró doble el desgraciado! Mirá, ¿sabés lo que voy a hacer
pedazo de cebolla de verdeo? Voy a poner la sirena. Y cuando ponga la sirena no
va a ver semáforo en rojo que me pare. Y cuando lleguemos… Pobre de vos si te
agarra la Sargenta Tomasa. Ésa es más dura que un policía con cuarenta años de
servicios como yo… Y te va a hacer cantar de lo lindo, ¿sabés? Yo te lo digo
por las buenas. Hablá y aquí no ha pasado nada. El Turco no puede haberme
mentido. Sabe en lo que se mete si, en la más mínima, llega a burlarse de mí…
¿Entendés? Ahh… Seguís mudo. Mirá que la jaulita adónde vas es mucho más grande
que la que te van a dar si no hablás… Y bueno… Ya que te hacés el duro, ahí va
la sirena…
Y
como un desgarrado alarido de parturienta mal atendida, la sirena policial
estremeció avenidas y paseos, hasta acallarse plácidamente cuando el auto
ingresó a Barrio Las Flores…
“En
serio, vecino. Me dijo la nieta que le dio un montón de oportunidades al bicho.
Pero no quiso hablar… Y él le había jurado a la Tomasa que iba a llevarle un
loro que hablaba como el otro que, hace unos días, había sido festín del gato
de la Nancy (¡Esa prostituta! ¡Pero qué buena está!; ¡mamita!). Y parece que el
bicho cuando vio semejante tijera acomodada en el gaznate lo intentó; pero fue
tal el susto que tenía, que no pudo desarrollar todo el repertorio que se había
preparado durante su viaje en auto… Como por ejemplo, decirle que el Turco se
la tumbaba a la Tomasa cada vez que él tenía guardia y los francos se los
dibujaba a favor de otros colegas… Ahora, ¡qué b… el Turco: venderle un
plumífero que compartía su despacho en la Seccional y lo podía dejar en
evidencia… Y a nosotros también. Digo, a
todos los que hacemos con la Tomasa lo mismo que con la Nancy!”
“Y ella, la nietita, que no le tiene asco a
nada, después de que su abuelo se fuera hasta el galpón de herramientas
refunfuñando con una metralleta de palabras procaces, juntó la cabecita del
pobre bicho que había quedado como una pelota de tenis a la sombra del árbol
frutal aquél que, al menos, tuvo la delicadeza de simularla entre el enjambre
de sus naranjas caídas y dispuestas a abonar el suelo de nutrientes… También
buscó al cuerpito del loro que había sido arrojado más allá y colgaba como una
hoja de parra de la higuera del fondo de la casa. Y, como toda niña buena, la
Lucía cavó una pequeña sepultura, hizo con dos palitos silvestres una crucecita
maltrecha, y después de enterrarlo con un padrenuestro en los labios, tapó el
cuerpito con tierra y maleza, y entronizó la cruz con un suspiro largo y
lluvioso”…
“De última, me dijo que después hablaría con
el abuelo para serenarlo, mientras la Tomasa, a los gritos, la llamaba –amenazante-
para tomar la sopa porque se enfriaba… ¡Qué increíble, amigo! Así que vamos a
tener que poner las barbas en remojo por un tiempo; o, como dijo un General,’
desensillar hasta que aclare’. Porque eso de regar plantas y plantar batatas en
quinta ajena por caridad (porque es fea y bruta esa Tomasa, aunque sea una
fiera en el colchón), y que encima vengan a… ¡Noooo! ¡Con la cantidad de cotorras
y papagayos locuaces que hay en este barrio! Mire usted si alguno de esos
atrevidos llega a contarle a… ¡D’Artagnan, el sesentón, nos pega un tiro en la
cabeza a los tres mosqueteros!”.-
El
Dos - CUATRO CHAPAS[2]
Diego
Oxley, Maestro santafesino del cuento costumbrista, in memoriam…
Y a Cartoneros (gente que sobrevive de la
basura de la Sociedad Actual) y Piqueteros (gente desocupada que corta rutas
para dar a conocer su hambre de dignidad) de la Nueva Argentina Globalizada.
Lluvia…
Una
fuerte ráfaga de viento trepidó sobre los árboles y ayudó a la lluvia a
cabalgar, enhiesta, por una ciudad escondida en el miedo tras una fortaleza de
muros y techumbres (desde impávidos ventanales, rostros difusos resbalaron y
cayeron como sombras de seres sin sombras).
Las
gotas, dispersas al principio, se aliaron en pocos segundos, y, apretujándose
unas con otras, montaron briosas sobre el corcel del viento gris que, al final
del otoño, trae entre sus dientes pastosos, sueños, melancolías y recuerdos tan
oscuros como aquellas diminutas bombitas acuosas de aciagos presagios.
Y sacudieron el aire.
Lo
agitaron y envolvieron, como juramentadas, en un cimbreante hechizo potteriano que conquistó cada molécula
de su oxígeno, hasta devorarlo todo y explotarlo, en un instante, como una
vandálica sinfonía de liendres húmedas que obnubiló el ambiente y lo cubrió de
brumas a la hora del crepúsculo.
“Usted es importante, amigo”, dijo el
Referente del distrito. “Y, para que lo
sepa, en mérito a su constancia, le vamos a regalar unas chapitas nuevas para
reforzarle el techo al refugio. Ya los cumpas de la Básica nos han advertido que la viene pasando brava con cada
tormenta que se le viene de arriba... Y eso es feo, che”.
“¡Maldita lluvia!”, pensó Ramón
Castillo. Y tosió como para ahogar a ese trueno brutal que estremeció la
tierra, viniendo desde la aurora y electrizando el cielo hasta el tenebroso
escondite del sol...
“¡Maldita sea”, y se hundió en la cama
desnuda y quejosa, como él, mezclándole su amargo aliento (de vino malo) e inmundo (es decir, peor que sucio de la
miseria de las sobras que, desde el noreste nacional, lo perseguía de pequeño
ultrajándole más su condenada indignidad...).
“Así
que...”, recordó El Referente, “...
no se olvide de cumplir como corresponde, ni se me ponga ´alegre´ antes de
tiempo. Si se duerme, después de las seis de la tarde se termina la cosa; y,
las chapas, bueno... Además, espero que los cien de la villa no fallen.
¿Comprendido, amigo? Nos vemos, ¿eh?
Ah, ¡y que viva el Doctor, carajo!”, le instó luego a gritar en tono
encendido y adulador. “Sí..., que viva,
carajo y caracho”, fue su respuesta desganada y levitada -por el aire aguado-
hasta el agujero sin fondo donde las temidas gotas se reclutaban y amalgamaban,
cual sólida argamasa, para transformarse luego en látigos violentos que, como
guirnaldas de viento y agua, azotaban la enclenque estructura de su rancho en
Barrio Acería…
… Que
no tuvieron piedad como tampoco la habían tenido antes. Era la seguridad de
poder hacerlo. De hecho, lo habían comprobado otras veces... Habían comprobado
que, su ahuecado abismo, pequeño pero efectivo (diminuto como un sol ausente),
podía conseguir todo aquello a lo que una gotera,
precaria y astuta, puede aspirar: la protesta, el desaliento y el irascible
gesto del habitante humano que ve asomar su babosa arquitectura, tomar cuerpo y
deslizarse, lentamente, en sutil compostura, hasta estallar a los pies cual
impertinente intruso (cuajada de burlona sonrisa aristocrática)… Y, detrás de
ella, todas las demás; como un
cortejo monocorde e infame, vuelto música de palanganas y cacerolas ante la
troyana impotencia de su majestad, su excelencia, don Ramón Castillo de Prados
y Puertas, actual Ramón de Cuevas y Caños...
“¡Maldita lluvia, malditas chapas, maldito
rancho!”, fue su queja airada y repetida con la lógica furia de un ego
arrebatado, mientras peleaba por clausurar oídos y aliviar la mente afiebrada,
torpemente, por el alcohol barato y el humo de mil cigarros retorcidos...
Se
sentía mal. Verdaderamente mal.
“Pobre, pero honrado”, había sido siempre su lema desde que escapara del
Chaco hacia el Litoral Argentino, en busca de mejores horizontes. Porque
también siempre lo había intentado:
discutir con sus hermanos del quebracho por lo que creía justo, más allá de la desdicha
o, si se quiere, provinciana austeridad templada por el estómago vacío, los
huesos solitarios y transidos, y los músculos trizados por el bolsaje del
puerto de Reconquista y la zafra verense algodonera... Cosas heredadas de su
padre y un Viejo Coronel luego “engeneralizado”
por el pertinaz apostolado de sus compañeros de lucha... Hace mucho, mucho de
esto, ¿no? En la sepia década de los ’40… Pero nunca había pedido nada a cambio
de la prédica y el esfuerzo solidario. Sólo trabajo, alguna oportunidad de
escaparle a la vinchuca, cerrado por
el orgullo manso e irreverente de los que quieren crecer con responsabilidad y
libertad de conciencia.
Hasta
que reventó. Y la oleada mugrosa lo trajo para la Ciudad del (Puente) Colgante,
porque le decían “La Cordial”...
Es
que lo que vivía ahora era distinto. ¡La pucha! Muertos los veinte, estos
treinta y pico que parecían setenta años, lo venían traicionando y de veras,
¡claro que sí y la pucha! Resignar su ley y pasar factura. Así era la cosa por
estos tiempos y estos lares (aunque miró para atrás e intuyó que siempre había sido así). Cosa de tonto
replanteársela. O de bruto sentimental… Porque todo el mundo lo hace... ¿O no?
Entonces, el suceso con el que acababa de comprometerse, le volvió a agitar
la conciencia… Sí, como el techo de su espanto villero, había sido finalmente
agrietada por la malicia del poder que no repara en medios para hacerse dominio
y demonio. Aunque intentara disimularlo pensando que, allá, en la distancia de
su historia personal, otras gotas de recuerdos duros ya la habían resentido y
perforado anudándole el alma; y que, desde la hondura sencilla de su propia
lástima, comenzaran a asomar, pícaramente (y al modo de esa lluvia traviesa que
tanto le atormentara), por el dintel sin luz de unos ojos perdidos y
vidriosos...
“Ta
bien, Doctor Funes. Yo me encargo. Ramón no falla. Ramón consigue los cien para
que voten; de cualquier forma: sobrios, chupados, maltrechos o del cogote. Pero
que vengan las chapas, Doctor. Que vengan las chapas...”.-
El
Tres - INTERMEZZO[3]
Al
circular ocaso de la vida…
De
madrugada, después del festejo, el taxi se fue. Con ella y la abuela mimada.
Ella
le había dicho a papá que, al otro día, o ese mismo día para mejor decir –porque era de madrugada-, no vendría a
almorzar; por lo que él, su ahijado preferido, quien también había despedido –alborotado por el vino- a su novia
Melisa, no pudo dormir en toda la noche porque ella había asegurado que no
vendría, y Esmeralda era su madrina, y él –quizás
yo-, su ahijado preferido; y, a pesar de cómo era ella, él la quería y
mucho, y cuánto sufría porque –en ella-
sus achaques de salud se pronunciaban; así que, recién como a las nueve de la
mañana de ese día feriado –patrio-
creyó poder hacerlo, esto es, dormir después de un largo y grotesco desvelo;
pero el timbre de la casa sonó, y no pudo, porque su mamá, dejando el locro en
espera, abrió la puerta y era ella, Esmeralda,
quien había dicho que no vendría y vino, y que, a los gritos –como siempre-, irrumpió en el hogar
paterno, saludó a todo el mundo porque había venido –menos a papá que sí dormía
todavía-, y planteó su primera controversia con otro adormilado miembro
femenino de la familia –su hermana Carol-,
propio de ella, porque si no fuera así no sería ella –Carol-, y que se quejaba porque no la habían dejado dormir, ya
que, ella –Esmeralda- había venido,
así de pronto, del brazo de la abuela mimada –Matilde-, luego de decirle que no vendría, y vino…
… Y
él, aunque mucho la quería –no sólo por
la herencia, dice (¿digo?)-… si no fuera porque se trataba de la querida,
solitaria e inimputable tía madrina del campo, media sorda y media vieja y fea,
pero –fundamentalmente- muy dadivosa con él, su, según él, -seguro heredero- aunque dice (¿digo?),
generosa con todos, que solía periódicamente visitarlos por cualquier razón,
especialmente ahora que tanto sufría, y no ella, por ejemplo, su novia –Melisa- la que le hubiera dicho que no
vendría y vino, o que vendría y no vino, se hubiera podido realmente enojar…
Pero pensar que no era ella –Melisa-
sino ella –Esmeralda- la que había
venido cuando de seguro no lo habría hecho, pero vino…; entonces ahora, por fin ahora, su llegada le permitiría ponerse a dormir, porque si había
dicho que no iba a venir y vino, eso significaba que no estaba tal mal como él –quizás yo-, creía…
Fue
mientras ella reclamaba su -¿la mía?)-
presencia –su joven, noble (¿noble?) e
inteligente heredero e ingeniero agrónomo-, como en el intermezzo de una pesadilla de la que no despertó jamás, aunque
hubiera querido hacerlo y podido si hubiera sido ella –su novia- la que le hubiera dicho que no vendría y vino, o que
vendría y no vino –y así habría podido
enojarse- y, de hecho, despertar –de
ira- por haberle fallado en alguno de ambos modos, cuando el timbre de la
puerta sonó, y no era ella –Melisa-
sino su madrina preferida la que había venido luego de decir que no lo haría, y
vino… Sí. No era ella –su novia-, a quien realmente amaba y esperaba y que le
había dicho, después del festejo, desde un susurro de alondra, mientras
despedían a ella -Esmeralda- y a la
abuela mimada, que luego vendría y no vino, sino que la que vino era ella, su
querida, solitaria e inimputable tía madrina del campo, media sorda y media
vieja y fea, pero –fundamentalmente-
muy dadivosa con él, su heredero, aunque dice -quizás yo-, generosa con todos, y…
Bueno, fue una muerte súbita, opinó ella –la chismosa del barrio-; coma alcohólico, de por medio, acotó.
¿Pero cómo puede ser, si el pibe estaba sano?, preguntó –casi protestando- otra, que había compartido –dicen- cama con el muerto… Pero le gustaba tomar –dijo otra, por celos nomás-… ¿Qué
dice?, dijo ella indignada. Digo que usted no está en condiciones de opinar –sesentona verde- porque es la mamá de
Melisa, y ella era (es) tan… como el pibe… Y estuvieron de festejo hasta muy
tarde anoche… Yo sentí bien desde el patio contiguo a mi casa, como él se reía
y se mofaba de ella –Esmeralda- a
cada rato, y decía que no sabía cuándo se iba a morir esa vieja para cobrar la
herencia que hace como un millón de años
–desde el bautismo- le había prometido; porque era su madrina de campo,
media sorda y media vieja y fea, y
–fundamentalmente- muy dadivosa con él, su heredero –digo-, y que, miren como
son las cosas, doña Amanda: un ACV cortito y la justicia que le cae como un
rayo al muchacho necio (¿noble?) y burlón…
… Porque la Esmeralda era media sorda, y media
vieja y fea, pero la abuela mimada, que tanto la cuidaba y celaba, pero que
sabía que no iba a recibir ni un peso de la maldita herencia, no. Tenía los
ojos y los oídos muy atentos… Así que la querida, solitaria e inimputable tía
madrina de campo, después del festejo, de seguro se enteró de todo… De seguro.
Y usted debe saber que debió ser así. Porque es mujer, como ella, ella y ella…
Por eso dijo “gracias” por el festejo, y que al almuerzo –por sentirse agotada y descompuesta- no vendría y vino, y el
muchacho creyó que ella no iba a venir y vino, y que no podía dormir a pesar
del alcohol que lo había poseído, y no porque estuviera preocupado por los
achaques de su querida tía madrina de campo, sino trastornado por la idea y
posibilidad de que, con lo que ella había bebido del veneno socrático -de su mano también- aquella noche –de su noble (¿necia?) mano y dulce
(¿cínica?) sonrisa-, quizás ese mismo día se fuera (¡por fin!) para el otro
mundo, pero aunque dijo que no vendría, sin embargo, vino…
© Por
Adrián N. Escudero (Santa Fe, Argentina)
MIEMBRO
HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
[1] ADRIÁN N. ESCUDERO – Santa Fe (Argentina),
05-05-2010.-
Publicado el 10-05-10 en el Magazín Virtual MUNDO CULTURAL HISPANO (Círculo
literario del Ateneo de Alicante – España - Director: Denys Roland Jurado).
Publicado el 14-10-2017 en el Blog de Autor
del Foro “PARNASSUS, PATRIA DE ARTISTAS
(Patria simbólica de escritores y artistas internacionales)” (Buenos Aires,
Argentina). Responsable: Prof. Marisa Aragón Willner.-
[2]
ADRIÁN N. ESCUDERO – Santa Fe, Argentina 05-01-1998. Texto ajustado: 07-09-2002 y
19-11-2008
Publicado el 07-06-03 en el Suplemento Cultural “La Palabra ”
- Diario “La Opinión ”
(Rafaela), 07-06-03; y el 10-06-03, en su edición on line www.laopinonrafaela.co.ar
Publicado el 20-11-08 en el Magazín Virtual MUNDO CULTURAL HISPANO
(Círculo literario de Alicante – España – Director: Denis Roland-España).
Publicado en la Revista Gráfica Trimestral “DECIRES (Revista de
Letras, Artes y Cultura” – Año 3, Nº 3 (Setiembre-Octubre-Noviembre 2008) –
Enero 2009, págs. 123/124. Comercio y Justicia Editores - Babel Editorial.
Cosquín (Córdoba-Argentina). Secretaria General y Directora Editorial: Victoria
Servidio.
Publicado el 14-10-2017 en el Blog de Autor
del Foro “PARNASSUS, PATRIA DE ARTISTAS
(Patria simbólica de escritores y artistas internacionales)” (Buenos Aires,
Argentina). Responsable: Prof. Marisa Aragón Willner.-.
[3]
ADRIÁN N. ESCUDERO - Santa Fe (Argentina), 25-05-2006. T.a.:
05-10-2010.-
Publicado el 05-10-2010 en el Magazín virtual MUNDO CULTURAL HISPANO
(Círculo literario del Ateneo de Alicante – España) - Director: Denys
Roland Jurado.
Publicado el 11-07-2017 en el Magazin virtual “REVISTA LUNASOL” – Julio
2016 (Sección Cuentos y Relatos) - Presidenta, Fundadora: Cristina Olivera
Chávez (Texas, USA) – Directora Editorial: Eunate Goicoetxea (Alicante,
España).
Publicado el 14-10-2017 en el Blog de Autor
del Foro “PARNASSUS, PATRIA DE ARTISTAS
(Patria simbólica de escritores y artistas internacionales)” (Buenos Aires,
Argentina). Responsable: Prof. Marisa Aragón Willner.-
¡Gracias, querido Norberto! Una delicadeza tus publicaciones en el BLOG DE ASOLAPO-ARGENTINA... ¡Y qué trabajo, amigo! ¡Que bello y generoso trabajo el tuyo!
ResponderEliminar