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sábado, 18 de noviembre de 2017

El origen de las palabras: Refalar. Mulato. Jota, César Tamborini Duca, León, España

El origen de las palabrasRefalar. Mulato. Jota






Refalar. Mulato. Jota
1.      Refalar
¡refalada!

El vocablo criollo refalar proviene de resbalar, suplantando a éste en Argentina y Uruguay. Ese agregado de la efe en lugar de ‘sb’ lo mejora al hacerlo más gráfico, pues da la sensación implícita de realizar esa acción en el verbo. Si aceptamos que resbalar proviene del latín  relabor relabi que a través de las generaciones sufrió cambios fonéticos por los que traspuso dos consonantes y agregó otra, cambiando además una vocal, mayor facilidad encontró el término para mudar en el habitual vocablo rioplatense.

2.      


Bernardino Rivadavia

Mulato



“Mulado” era el hijo de moro y goda o viceversa, por lo tanto, más oscuro que el godo y más claro que el moro. El vocablo árabe es muallad, que en Hispania se transformó en muladi primero y en mulato más tarde, cuya analogía con mula (no con ‘mulo’ como dicen los filólogos) fue aprovechada para hacerle etimología por la coincidencia de ser la mula producto característico de dos razas diferentes, como el mulado.


Transportado el vocablo a América por los negreros, con el uso llegó a sonar mulato, aplicado al producto del cruce de la raza negra con la blanca. En su última forma esa palabra es probablemente de los mismos negros, y se incorporó a los lenguajes europeos que tuvieron contacto americano, sin otra alteración que la inevitable prosódica o fonética.
(La voz pardo que usamos en el Plata como sinónimo amable de mulato procede de las Antillas)
 Esta es una transcripción de una nota a pie de página del libro “Cosas de Negros”, de Vicente Rossi, de la pág. 236 de la 3ra. Edición.




3.      








La Jota

Iota (Ι ι) es la novena letra del alfabeto griego y tiene un valor de 10 (ιʹ) en el sistema de numeración griega. La palabra iota es usada en inglés y en francés para expresar pequeñas cantidades.
La letra jota no existía en el alfabeto romano, en el que se confundía con la “i” pero ambas están emparentadas en tal medida que la letra jota se pronuncia como “i” en el alemán moderno y en otras lenguas. La jota fue introducida en la imprenta por tipógrafos holandeses y llegó al español de la mano de uno de ellos, Pedro Ramus, razón por la cual hasta algunas décadas atrás, muchos la llamaban “jota de Holanda”. Sin embargo los holandeses no inventaron la jota; la tomaron de la iota griega, que provenía a su vez de los alfabetos hebreo y caldeo, en los cuales era la letras más pequeña; de ahí surgió la expresión “no sabe ni jota”, que equivale a “no sabe nada, ni la letra más pequeña”.
Eugenio de Nora en “Futuro Envejecido” (España, pasión de vida) recrea la letra “J” en estos versos:
…”La letra jota de jugar, jardín, / las letras de alegría que arden solas, / ¿dónde están? Quisiéramos saber”…

Pero si nos atenemos a la palabra jota en lugar de la letra j debemos remontarnos a la época de la influencia árabe en el mar Mediterráneo; ésta se dejó sentir fundamentalmente en el sur de Italia y de la península ibérica, y esa influencia también apareció en los bailes, siendo la jota una danza morisca hasta en su propio nombre, si tenemos en cuenta que su autor fue el músico árabe Aben-Jot, que residía en el reino de Valencia. De ahí se extendió a otros sitios, fundamentalmente al reino de Aragón.
Es muy probable que la modificación lingüística haya recorrido el siguiente camino: sus adeptos la llamarían en un primer momento “la danza de Aben-Jot”, transformándose posterior y sucesivamente en “la de Jot”, “la Jot” para concluir con el conocido nombre de “la Jota”. Las migraciones, la transmisión oral de las lenguas en sucesivas generaciones, los cambios fonéticos propios de distintas familias, tribus o etnias, traen aparejados estos cambios que no deben sorprendernos, como puse de manifiesto en mi artículo. 


©CÉSAR TAMBORINI DUCA, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA




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