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domingo, 18 de junio de 2017

“EL DÍA DEL MEDIO AMBIENTE”, Carlos Rodolfo Ascencio Barillas, El Salvador















Imagen provista por el autor


“EL DÍA DEL MEDIO AMBIENTE”

Son inmutables creaciones  
de tu abundante belleza,
y el viento de tu gigantesca gentileza,
arquitectura de la noble naturaleza,
son  ríos que  pasaron por tus pesares,
y la luz que acariciaba la piel de tus atardeceres
y el camino solitario besando tus tristezas
y manantiales de rosas anidaban  en tu pecho
y los altos árboles dibujaban tus fugaces horizontes
y la tierra húmeda abrazaba  tus piedras silenciosas
con el ondeante trepidar de tus sarmientas colinas,
eran sombras que destellaban tus nuevos amaneceres,
ellos se confundían con los cantos de los pájaros
y que alzaban vuelo con tus exóticas ilusiones
y las estepas que  divisan  tus ojos tropicales,
como luciérnagas que abrazan el frío de la noche,
así te amo, con la luna rodeada de estrellas,
y con el apacible viento de tus exuberantes candores.
Yo bebía en el vientre los sueños de tus aguas cristalinas
que brillaban a lo lejos con sus espejos paralelos
y con la música natural de tu corazón ardiente,
y en los valles se escucha los susurros sonoros de tus peñas,
torrentes cascadas descansan en tus manos.
Déjame reposar en los brazos de tu regazo,
déjame llorar con el suavidad de tu voz
y con la alegría de tus nuevos despertares
y con el sol que baña los hermosos paisajes,
y con las espesas selvas sabarales,
y nosotros, soñábamos en las altas montañas
que dormían con los jaguares de tu rostro
y con las planicies que fluyen de tu aliento
y con los cristales fulgurantes de la luna,
y  con las soledades de tus inmensurables brisas,
aquellas margaritas que desprenden  tus estambres,
con la suavidad que atardecen en tus macilentos nogales,
y los altos cedros donde tu corazón anida
y las nubes que caminan observando tus desechos
y los cielos que claman la sempiterna victoria,
con las nieblas que anochecen las montañas de tu gloria,
y que viajan en tus desbordantes travesías,
y con las mañanas enaltecen tus recuerdos,
y la límpida verdad de tus azules océanos
son los que renuevan las uvas de tus ocasos
y renacen con tus exultados aparecieres,
ese día será  tu eterna morada
en la silueta de tus prístinos horizontes
entonces la brisa que besa tus mejillas
jugaran en los campos de tus universales agonías
y en los espacios siderales de tu boca
y en las fresas que acariciaban las lluvias de tus ojos,
y con los lirios que pronuncian tú nombre,
en las bellas auroras de tu pecho.
Allá donde caminan tus hojas macilentas,
ellas cubren las heridas que te aquejan
y los desiertos que se ahogan con tus ignotos llantos
y con el paladar perdurable de tus deleites…

©CARLOS RODOLFO ASCENCIO BARILLAS, poeta y escritor salvadoreño
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


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