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¡OH!
BELLA MUJER
¿Quién eres majestuoso resplandor de la belleza?
acaso eres la
fibra sensible de la divina realeza,
luz invisible del bello lucero,
soledad de las
lejanas colinas,
espejos que dibujan acuarelas del cielo.
¡Oh! bella mujer de mis amores
y dulce atardecer que se asoma por el mundo
y yo me pregunto, ¡cuánta belleza!
¡Oh! Bella criatura de mis ensueños,
y que viertes tu paz en mi dolor melancólico
un exquisito vaso
de néctar, de fresas y melocotones.
Por la magia de tú ominada arquitectura
que inspira a poetas y a soñadores
viajar
en las tranvías de colores,
eres la fuente misteriosa
de mis frágiles ilusiones, y de mis desvelos.
Eres entre mis grandes tribulaciones
la causa de mis nobles sensaciones;
¡Oh! bella mujer de tu divina pureza,
y el alma que siempre te ha exaltado
con tú perfecta devoción.
Yo he soñado en la delicia de tus paraísos
junto a mis desoladas cuitas,
y los placeres que me causa gran fascinación.
¡Oh! Bella mujer de mis encantos,
eres la cuajada de rocío que desprende el ocaso,
el olor que expelen las verdes hojas,
el encanto de una
hermosa melodía, el río,
el camino, y el torrente desvarío,
los dueros, las estepas, y las altas
copas de los árboles,
el fruto, y la delicia,
y la brisa vespertina del verano.
¡Oh! bella mujer de mi eterno existir;
allá a lo lejos, los horizontes dibujan
una alegre sonrisa con
su leve viento,
y sinfonía de la majestuosa naturaleza,
y el zumbido de las cañadas solitarias.
¡Oh! mujer de pechos
de uvas, y de fresas,
eres delicia en la más hermosa caricia,
tú escondido Rostro, tu voz, tu cuerpo,
y el aliento de tu alma, y que yace
en el amanecer de un nuevo día,
es el tranvía de tu osada Valentía,
tener en el resguardo de tu ternura,
de tus brazos, y quien Te dio Toda
la potestad de poseer semejante
belleza, tu sonrisa que es una suave brisa,
tú voz el encanto de las flores,
tus ojos dos luceros en el firmamento.
Eres el agua de
lluvia en la tarde
y el helor en la
fragancia de los pastizales,
eres el aire
suelto de la aurora y la vid de los viñedos,
y de los pueblos soñadores, y el amor que nace
en las entrañas de lejanas mañanas,
y que pronto vendrán A saludar tu hermosura.
¡Oh! Bella mujer, son tus ojos como dos estrellas,
y besan en tus labios los dulces cerezos
¡Oh! Bella mujer de tierra, de cielo y de amor…
©CARLOS RODOLFO ASCENCIO BARILLAS, poeta y escritor salvadoreño
MIEMBRO
HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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