Selección de GRANDES
POETAS Y ESCRITORES
ECUADOR
José de la Cuadra
RUTA
Concéntrate
en ti mismo i sé un enigma eterno;
desecha lo que diga la torpe humanidad;
i piensa que en ti llevas un cielo i un infierno
i que eres el substráctum de toda eternidad.
No te acobarde nunca el porvenir oscuro,
i jamás lo ilumines con tu imaginación;
que en las sombras que llenen tu camino futuro
debe guiarte la brújula de la sola razón…
Mata tus ilusiones…; porque nada en la vida
se realiza de cuanto soñamos. El IDEAL
es un beso que nunca nos dio la bienquerida,
un bálsamo que siempre deseará nuestra boca
i una nube que puso el demonio del mal
en el celaje limpio de nuestra mente loca…
desecha lo que diga la torpe humanidad;
i piensa que en ti llevas un cielo i un infierno
i que eres el substráctum de toda eternidad.
No te acobarde nunca el porvenir oscuro,
i jamás lo ilumines con tu imaginación;
que en las sombras que llenen tu camino futuro
debe guiarte la brújula de la sola razón…
Mata tus ilusiones…; porque nada en la vida
se realiza de cuanto soñamos. El IDEAL
es un beso que nunca nos dio la bienquerida,
un bálsamo que siempre deseará nuestra boca
i una nube que puso el demonio del mal
en el celaje limpio de nuestra mente loca…
José de la Cuadra nació en Guayaquil, el 3 de septiembre de 1903. Falleció en su ciudad natal, el 2 de
febrero de 1941
Abogado Profesor del colegio Vicente Rocafuert, Vicerrector del colegio Vicente
Rocafuerte, Subsecretario de Gobierno, Secretario general de administración
pública, Visitador consular, Delegado del Gobierno para el estudio de leyes, Escritor,
Presidente del Centro Universitario de Guayaquil, Presidente de la Federación
del Sur de Estudiantes Universitarios.
Parte de su obra: “Los monos enloquecidos”, 1931? 1951?
“La
vuelta de la locura”. “El amor que dormía”, “Repisas”,1932. Se publicó la primera edición de “Horno”, 1932. El libro comprendía
once cuentos; en estas páginas campea “el dolor, la venganza, la miseria, las
aberraciones sexuales, reclamando enmiendas”, 1940. En 1933, En
“Americana” de Buenos Aires, se publicaron: “Iniciación de la novelística
ecuatoriana”, “Advenimiento literario del montubio”
y “¿Feísmo?
¿Realismo?”. En Guayaquil, escribió para “El Telégrafo”. “Personajes
en busca de autor” La mejor narrativa de José de la Cuadra: “Los
Sangurimas”, Madrid en 1934. Publicó su ultimo libre “Guasinton”,
1938.
Sus principales trabajos son:
“Oro de sol” (1925).”Nieta de Libertadores”, “El extraño paladín”. “El amor que dormía” (1930). “Repisas” (1931). “Horno”. “La Tigra Los Sangurimas” (1934). “Los monos enloquecidos”, (1951).
Medardo Ángel Silva
EL ALMA EN LOS LABIOS
“Cuando de
nuestro amor la llama apasionada
dentro tu pecho amante contemples extinguida,
ya que sólo por ti la vida me es amada,
el día en que me faltes me arrancaré la vida.
dentro tu pecho amante contemples extinguida,
ya que sólo por ti la vida me es amada,
el día en que me faltes me arrancaré la vida.
Porque mi pensamiento, lleno de este cariño
que en una hora feliz me hiciera esclavo tuyo,
Lejos de tus pupilas es triste como un niño
que se duerme soñando en tu acento de arrullo.
que en una hora feliz me hiciera esclavo tuyo,
Lejos de tus pupilas es triste como un niño
que se duerme soñando en tu acento de arrullo.
Para envolverte en besos quisiera ser el viento
y quisiera ser todo lo que tu mano toca;
ser tu sonrisa, ser hasta tú mismo aliento,
y así poder estar más cerca de tu boca.
y quisiera ser todo lo que tu mano toca;
ser tu sonrisa, ser hasta tú mismo aliento,
y así poder estar más cerca de tu boca.
Vivo de tu palabra, y eternamente espero
llamarte mía, como quien espera un tesoro.
Lejos de ti comprendo lo mucho que te quiero
y, besando tus cartas, ingenuamente lloro.
llamarte mía, como quien espera un tesoro.
Lejos de ti comprendo lo mucho que te quiero
y, besando tus cartas, ingenuamente lloro.
Perdona que no tenga palabras con que pueda
decirte la inefable pasión que me devora;
para expresar mi amor solamente me queda
rasgarme el pecho, amada, y en tus manos de seda
dejar mi palpitante corazón que te adora!”
decirte la inefable pasión que me devora;
para expresar mi amor solamente me queda
rasgarme el pecho, amada, y en tus manos de seda
dejar mi palpitante corazón que te adora!”
Medardo Ángel Silva nació en Guayaquil el 8 de junio de 1898, y
murió trágicamente el 10 de junio de 1919 en la misma ciudad (apenas cumplido
los 21 años). Escritor, poeta, músico y compositor, considerado el mayor
representante del modernismo en la poesía ecuatoriana Entre sus famosas
Parte de su obra: El árbol del
bien y del mal (poesías, 1918), María Jesús (novela, 1919), La máscara irónica (ensayos), Trompetas de oro (poesías), El alma en los labios.
Jorge Icaza
PAISAJE DE SOL
Azul cobalto el cielo, gris la llanura
de un blanco tan intenso la carretera,
que hiere la retina con la blancura
de la plata bruñida que reverbera.
Allá lejos, muy lejos, una palmera,
tras unas tapias rojas, a grande altura,
como el airón flotante de una cimera,
levanta su penacho de fronda oscura.
Llego al lejano huerto; bajo la parra
que da sombra a la escena que me imagino,
resuenan los acordes de la guitarra;
rompe el silencio una copla que ensalza el vino...
y al monótono canto de la cigarra
avanzo triste y solo por el camino.
Jorge Icaza, poeta y escritor, nacido
en Quito, Ecuador. 1906 – 1978
Fue
un escritor dedicado a su profesión literaria. Ha ejercido las funciones de Agregado
Cultural ecuatoriano en la Argentina. Ha representado a su país en varios
congresos intelectuales.
Atormentado por los conflictos raciales, no olvida el ancestro aborigen. Clarísimo testimonio de ello es el “Chulla Romero y Flores”, protagonista de la principal novela de Icaza. Por igual en los cuentos “Cachorros” y “Mama Pacha” y en las novelas “Cholos, explotadores contra el indio en “Huasipungo”, que es la novela a la que más se ha venido refiriendo la crítica.
Atormentado por los conflictos raciales, no olvida el ancestro aborigen. Clarísimo testimonio de ello es el “Chulla Romero y Flores”, protagonista de la principal novela de Icaza. Por igual en los cuentos “Cachorros” y “Mama Pacha” y en las novelas “Cholos, explotadores contra el indio en “Huasipungo”, que es la novela a la que más se ha venido refiriendo la crítica.
Parte
de su obra: “El intruso” (1928); “La comedia sin nombre” (1929); “Por
el viejo” (1929); “Cuál es” (1931); “Como
ellos quieren” (1931); “Sin sentido” (1932).
“Barro de la sierra” (cuentos,
1933); “Huasipungo”
(primer premio de la novela de Hispanoamérica en un concurso de la “Revista
Americana” de Buenos Aires, 1934); “En las calles” (premio nacional de
la novela del Ecuador, 1936); “Cholos” (novela, 1938); “Media
vida deslumbrados” (novela, 1942); “Huairapamushcas” (novela,
1948); “Seis relatos” (cuentos, 1952); “El chulla Romero y Flores”
(novela, 1958). “Atrapados”.
Pablo Palacio
VIAJE FINAL
Junto a este cubo mío, el
otro, sólo un delgado tabique de por medio. En ese cubo vivía mi amigo y éste
era el más dulce amigo.
Todos los días nos decíamos.
–¿Cómo has amanecido? Buenos días.
–Hola, buenos días. ¿Cómo has amanecido?
Y nos dábamos palmaditas en las espaldas y sacábamos a los ojos nuestra alegría de camaradas que son dulces amigos.
Nos hemos comunicado nuestros grandes planes y el hambre a los dos juntos nos ha devorado. El mismo ojo agudo, la misma oreja fina.
Luego, ya entrada la noche como una vez amanecido:
–Hasta mañana, Bernardo. Pásalo bien.
–Sueña con los angelitos, Andrés; hasta mañana.
¿Por qué, entonces, ahora, Bernardo, dulce amigo mío, en vez de hacer la despedida de costumbre, has tenido la indiscreción de comunicarme tu próxima muerte y tu deseo de no ser interrumpido?
–Sí, Andrés, adiós. Voy a coger una pulmonía.
Adiós, Bernardo. Ya sabes que yo lo siento inmensamente.
Y has tomado sitio en tu pequeño cubo, asegurando tu soledad por dentro, estirándote de espaldas esperando.
Yo he pasado toda la noche en vela, la oreja pegada al tabique arrodillado de este otro lado de tu lecho.
Primero todo era tranquillo como en el más tranquilo sueño.
Después tosías, ¡cómo tosías, amigo Bernardo! Cúju, cúju. Cúju, cúju. Cúju, cúju.
Ahora te agitas, ahora cruje el lecho. Te levantas, ¿te levantas, amigo Bernardo?…
Agua, agua. Te pasa el agua a grandes golpes por la garganta, como la fuga atropellada de una represa a través de un tubo demasiado estrecho.
Luego te tranquilizas. Ya estás bien así.
Una hora, otra hora.
Me vence el sueño y caigo dormido por un minuto, sólo por un minuto, que yo he pasado toda la noche en vela.
Ahora viene el sobresalto.
Estás muriéndote, Bernardo. Oigo tus quejidos bajitos pero desgarradores. Tus gemidos… Tus gemidos y tus gemidos, ay, ¿hasta cuándo?
Nosotros éramos los más dulces amigos ¡y yo de aquí no puedo moverme para auxiliarte
o por lo menos para verte ahí cerca!
Bernardo, me has ayudado a matar el tiempo. ¿Qué hubiera sido de mí solo en las horas calladas? Bernardo, me siguen como la sombra tus ojos azules, en medio de lo negro, sin pestañear, dulces, cordero degollado.
Ya aparece, al lado del gemido, un ronquido como de fuelle que quiere aire.
“Ay… ggoro-gorr”… “Ay… ggoro-gorr”
Después ya no hay gemido. Sólo ese ansioso tirar del aire desesperadamente, cada vez más fuerte y más fuerte, llenando todo el cubo con el sonoro escándalo que levantas por no dejarlo. Lo odias y lo amas.
¿Lo amas, Bernardo?
“Ggoro-gorr… Ggoro gorr”
Se hincha el fuelle de tu garganta, ya no hablarás otra vez conmigo.
Ya el ronquido se debilita. Cada vez más bajo, más bajo, más bajo… Ya sólo es un aliento. Ya no es ni un aliento. Ya es nada.
Silencio.
¡Bernardo! ¡Bernardo!
Golpeo el tabique…
Silencio.
¡Bernardo, el cuello era demasiado estrecho y vas a poner cara de ahorcado!
¡Quítatelo!
Silencio.
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
¡Ay, ya ha muerto mi amigo Bernardo, mi más dulce amigo!
–¿Cómo has amanecido? Buenos días.
–Hola, buenos días. ¿Cómo has amanecido?
Y nos dábamos palmaditas en las espaldas y sacábamos a los ojos nuestra alegría de camaradas que son dulces amigos.
Nos hemos comunicado nuestros grandes planes y el hambre a los dos juntos nos ha devorado. El mismo ojo agudo, la misma oreja fina.
Luego, ya entrada la noche como una vez amanecido:
–Hasta mañana, Bernardo. Pásalo bien.
–Sueña con los angelitos, Andrés; hasta mañana.
¿Por qué, entonces, ahora, Bernardo, dulce amigo mío, en vez de hacer la despedida de costumbre, has tenido la indiscreción de comunicarme tu próxima muerte y tu deseo de no ser interrumpido?
–Sí, Andrés, adiós. Voy a coger una pulmonía.
Adiós, Bernardo. Ya sabes que yo lo siento inmensamente.
Y has tomado sitio en tu pequeño cubo, asegurando tu soledad por dentro, estirándote de espaldas esperando.
Yo he pasado toda la noche en vela, la oreja pegada al tabique arrodillado de este otro lado de tu lecho.
Primero todo era tranquillo como en el más tranquilo sueño.
Después tosías, ¡cómo tosías, amigo Bernardo! Cúju, cúju. Cúju, cúju. Cúju, cúju.
Ahora te agitas, ahora cruje el lecho. Te levantas, ¿te levantas, amigo Bernardo?…
Agua, agua. Te pasa el agua a grandes golpes por la garganta, como la fuga atropellada de una represa a través de un tubo demasiado estrecho.
Luego te tranquilizas. Ya estás bien así.
Una hora, otra hora.
Me vence el sueño y caigo dormido por un minuto, sólo por un minuto, que yo he pasado toda la noche en vela.
Ahora viene el sobresalto.
Estás muriéndote, Bernardo. Oigo tus quejidos bajitos pero desgarradores. Tus gemidos… Tus gemidos y tus gemidos, ay, ¿hasta cuándo?
Nosotros éramos los más dulces amigos ¡y yo de aquí no puedo moverme para auxiliarte
o por lo menos para verte ahí cerca!
Bernardo, me has ayudado a matar el tiempo. ¿Qué hubiera sido de mí solo en las horas calladas? Bernardo, me siguen como la sombra tus ojos azules, en medio de lo negro, sin pestañear, dulces, cordero degollado.
Ya aparece, al lado del gemido, un ronquido como de fuelle que quiere aire.
“Ay… ggoro-gorr”… “Ay… ggoro-gorr”
Después ya no hay gemido. Sólo ese ansioso tirar del aire desesperadamente, cada vez más fuerte y más fuerte, llenando todo el cubo con el sonoro escándalo que levantas por no dejarlo. Lo odias y lo amas.
¿Lo amas, Bernardo?
“Ggoro-gorr… Ggoro gorr”
Se hincha el fuelle de tu garganta, ya no hablarás otra vez conmigo.
Ya el ronquido se debilita. Cada vez más bajo, más bajo, más bajo… Ya sólo es un aliento. Ya no es ni un aliento. Ya es nada.
Silencio.
¡Bernardo! ¡Bernardo!
Golpeo el tabique…
Silencio.
¡Bernardo, el cuello era demasiado estrecho y vas a poner cara de ahorcado!
¡Quítatelo!
Silencio.
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
¡Ay, ya ha muerto mi amigo Bernardo, mi más dulce amigo!
Pablo Palacio nace en Loja el 25
de enero de 1906. Fallece el 7 de enero de 1947.
Parte de su obra:
Novelas: -Un nuevo caso de mariage en trois
—parte de la novela Ojeras de virgen cuyos originales se perdieron— (Quito, 1925). -Débora
(Quito, 1927). -Vida del ahorcado —novela
subjetiva— (Quito, 1932).
Cuentos: -El huerfanito (Loja,
1921). -El antropófago (Quito, 1926).
-Luz lateral (Quito, 1926). -Brujerías (Quito,
1926). -Un hombre muerto a puntapiés (Quito,
1927).
-Las mujeres miran las estrellas
(Quito, 1927). -La doble y única mujer (Quito,
1927). -El Cuento (Quito, 1927). -Señora (Quito, 1927). -Relato de la muy sensible desgracia acaecida
en la persona del joven Z (Quito, 1927); Una mujer y luego pollo frito
(Quito, 1929). -Cuentos hispanoamericanos,
Ecuador (1992).
Numa Pompilio Llona
LOS ARQUEROS NEGROS
Tras el hombro el carcaj
: un pie adelante;
con el brazo fortísimo membrudo
tendiendo el arco; y, con mirar sañudo,
inclinado el etiópico semblante,
así, en hilera, el batallón gigante
de dolores me acecha torvo y mudo;
y sus saetas clava en mi desnudo
ensangrentado pecho palpitante!…
¡Mas no de tus flecheros me acobardo
ante el airado ejército sombrío;
sus golpes todos desdeñoso aguardo!…
¡Manda a tu hueste herirme, oh Hado impío,
hasta que lancen su postrero dardo!
Hasta que se halle su carcaj vacío.
tendiendo el arco; y, con mirar sañudo,
inclinado el etiópico semblante,
así, en hilera, el batallón gigante
de dolores me acecha torvo y mudo;
y sus saetas clava en mi desnudo
ensangrentado pecho palpitante!…
¡Mas no de tus flecheros me acobardo
ante el airado ejército sombrío;
sus golpes todos desdeñoso aguardo!…
¡Manda a tu hueste herirme, oh Hado impío,
hasta que lancen su postrero dardo!
Hasta que se halle su carcaj vacío.
Numa Pompilio
Llona nació en Guayaquil 5 de marzo de 1.832 – murió el 4 de abril de 1907
Desde 1.854 hasta el 59 fue redactor
principal y literario del diario “El Comercio” de Lima, decano de la prensa
peruana, escribiendo con esa brillantísima generación poética formada por
Fernando Velarde, Luis y José Arnaldo Márquez y Manuel Adolfo García, a la que
se unieron Clemente Althaus y Juan de Arona, el venezolano José Vicente Camacho,
Luis Benjamín Cisneros, Ricardo Palma, Carlos Augusto Salaverry. De esa época
es su afamada “Oda al General
Necochea y a América”.
Entre 1.860 y el 62 compuso el poema lírico “La
toma de las islas de Chincha” que después incluyó en “Los Clamores de Occidente”.
Jorge Carrera Andrade
VENDRÁ UN DÍA MÁS PURO
QUE LOS OTROS
Vendrá un día más puro que los otros:
estallará la paz sobre la tierra
como un sol de cristal. Un fulgor nuevo
envolverá las cosas.
Los hombres cantarán en los caminos,
libres ya de la muerte solapada.
El trigo crecerá sobre los restos
de las armas destruidas
y nadie verterá
la sangre de su hermano,
El mundo será entonces de las fuentes
y las espigas, que impondrán su imperio
de abundancia y frescura sin fronteras.
Los ancianos tan sólo, en el domingo
de su vida apacible,
esperarán la muerte,
la muerte natural, fin de jornada,
paisaje más hermoso que el poniente.
estallará la paz sobre la tierra
como un sol de cristal. Un fulgor nuevo
envolverá las cosas.
Los hombres cantarán en los caminos,
libres ya de la muerte solapada.
El trigo crecerá sobre los restos
de las armas destruidas
y nadie verterá
la sangre de su hermano,
El mundo será entonces de las fuentes
y las espigas, que impondrán su imperio
de abundancia y frescura sin fronteras.
Los ancianos tan sólo, en el domingo
de su vida apacible,
esperarán la muerte,
la muerte natural, fin de jornada,
paisaje más hermoso que el poniente.
Jorge Carrera
Andrade (Quito, 1903-1978)
Parte de su obra: Estanque inefable (1922) La guirnalda del silencio (1926) Boletines de mar y tierra (1930)
En los años 1957 y 1959 publicó Hombre planetario, Latitudes (1934) Canto al puente de Oakland. El volcán y el colibrí (1970),
y la publicación de su Obra poética completa (1976).
Las poesías más logradas, son evidentemente hijas del dolor y el sufrimiento. Esta serie de escritores ecuatorianos es una maravillosa muestra de ello...!Bellísimas todas ,nacidas de profundos dolores ,situaciones especiales de cárcel o aislamiento, producidas desde lo mas sensible y recóndito sentir humano....Bellísimas!!!!
ResponderEliminarHermoso muestrario del talento americano, sensibilidad arraigada desde los aires puros y las inmensas distancias de nuestro continente. Puro acerbo del cielo entre montañas, de las inmensas extensiones del continente, del alma pura y creadora ,cuya sensibilidad, nos regalan estas maravillas poéticas...!!!!!
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