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lunes, 18 de junio de 2012

NUESTRA IDENTIDAD ASOCIATIVA

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NUESTRA IDENTIDAD ASOCIATIVA

Siempre me ha preocupado el porqué la gente se asocia y he intentado saber el motivo por el cual unas determinadas personas se asocian a una u otra entidad. El sentido asociativo es algo consustancial con nuestra naturaleza y el principio de nuestro proceso evolutivo Todos o casi todos pertenecemos a una asociación sea esta política, económica, lúdica, sindical etc. Todos o casi todos queremos aportar nuestro granito de arena al bien común, admitido este concepto ¿cuál es el comportamiento de los asociados? ¿Qué política rige en su seno? ¿Cómo son las relaciones entre sus componentes?
Para los que no queremos quedarnos en la epidermis de las cosas averiguar estas interrogantes nos resulta primordial porque  de ellas depende un buen o mal funcionamiento y a la salud y futuro de la asociación.
Desgraciadamente solemos desarrollar los mismos esquemas de comportamiento que en la sociedad, digamos normal. El más avispado se emerge como rector, director o líder y los demás se disponen a obedecer a su mandato. Sencillamente estamos reproduciendo el sistema cuartelero, pero ¡cuántos residuos totalitarios no quedarán en nuestro subconsciente, que aún, las personas más progresivas tienen  muchos impedimentos para sustraerse a ellos!
Si que es verdad que la inteligencia puesta al servicio de la práctica puede producir personas muy bien preparadas y mejor formadas en la materia en que se especializan y buena prueba de ello es que muchas de las personas punteras que han trabajo en Ongs, organizando y proyectando planes de desarrollo en países tercermundistas, han sido posteriormente contratados por multinacionales, aprovechando su buena preparación y la experiencia adquirida.
Con todo, se olvidan fácilmente que una asociación, lo es en tanto que sus miembros se relacionan en una situación de igualdad y hacen frente codo con codo a los problemas, se reparten responsabilidades y la opinión de todos configura el punto de lo que  tiene que hacerse, porque en el fondo de lo que se trata es de compartir a partes iguales lo bueno o lo malo que sepamos crear y lo que seamos capaces de afrontar
¿Que los resultados no serán más exitosos que si las decisiones fueran unipersonales?. Lo dudo, ya que es más rica la suma de los valores plurales comprometidos, que el estrecho concepto de una sola persona por muy acertada que esté y por mucha experiencia que haya adquirido.
Pero yo quiero más, necesito más, quiero ayudar a mis compañeros, quiero dar, dar mucho por ellos, pero a su vez quiero, necesito sentirme aceptada, apreciada, respetada en mis errores como en mis aciertos. Necesito que se me rectifique si me equivoco, en fin, necesito de su calor que me haga sentir que soy una más en el grupo, porque el caldo de cultivo de nuestra relación es la fraternidad, y por tanto, la manifestación más universal del amor.

                           SALOMÉ MOLTÓ, Alcoy, Alicante, España.


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