LA PLEBE Y EL
HOMBRE SUPERIOR
Mario Blacutt Mendoza
Paradigma de Nietzsche
(Nota 2)
Pero los humildes de mi país cambiaron cuando llegaron al poder; allí
se sintieron Hombres Superiores, sin
serlo en verdad
Se
sintieron tan “superiores” que decidieron que una nación no era suficiente para
que cumplieran sus objetivos de dominación
De
este modo, la dividieron en 36 “naciones”
Ninguna
de ellas guarda un lugar para los estratos medios o de ingresos altos en el Estado Plurinacional de Bolivia;
solamente indígenas
Los
escritorios públicos fueron ocupados por indígenas que jamás habían tenido
experiencia alguna sobre cómo se gobierna un país
La
ineficiencia se hizo grande y se sumó a la corrupción, siempre latente
Por
otro lado, empezaron a tratar con desdén a los estratos medios y altos Sin
embargo, no llegan ni llegarán a ser “hombre superior”
Es
que se mueven en dos dimensiones anquilosadas: el indigenismo y el marxismo
Ninguna
de esas doctrinas tiene noción de lo que es el individuo ni la consciencia de
la propia individualidad
Yo
sé, estimado Nietzsche, que consideras al grupo humano como el cerrojo
histórico que no permitiría la libertad del individuo
Como
antítesis, el indigenismo y el marxismo crean plebes en forma de hordas en las
que no hay instituciones ni individuos
Sólo
existe la relación horda-líder
Cuando
las masas salen a las calles siempre exigen hablar con el Presidente, pues, en
su calidad de plebe, sólo reconocen al líder
Es
en este plano de diversidades conceptuales que comprendí que para ser Hombre
Superior hay una condición necesaria
Es
preciso que el ente que compone las masas adquiera consciencia de su propia
individualidad
Una
individualidad dentro del grupo, un Yo
dentro del Nosotros
Ese
algo que nuestra plebe no tiene
Quienes
ahora gobiernan en mi país, a pesar de tener “el poder” siguen siendo parte de
la plebe; no hay individuos
Pero
entiendo que tu “hombre superior” no es cualquier ser humano que detenta el
poder sobre los demás
Tu
“hombre superior” necesita “La Voluntad de Poder” que es uno de tus paradigmas
y que lo analizaremos en breve
A
pesar de ello, intuyo que el “hombre superior” siempre está solo; le es difícil
identificar en quién debe confiar
Estará
solo frente a los precipicios, sepulturas que él cava en su peregrinaje en pos
de grandeza
Al
preguntarme, te pregunto: ¿En quién debería confiar tu Hombre Supe-rior, dado
que no quiere rivales, sólo mendigos?
Confiará en el hombre que tiene valor
¿Cómo
se reconoce a un hombre que tiene valor? pues hay varias maneras de demostrar
que se tiene valor
Tiene valor el que ve el abismo, pero con
ojos de águila, el que aferra el
abismo con garras de águila: ése tiene valor
Si
el hombre superior se aferra al abismo con garras de águila, entonces ¿Dónde
está su ser diferenciado?
Porque
es necesario aceptar que todo el que está en peligro de caer al precipicio se
aferra a lo que puede
Lo
hacen con manos, dedos, uñas y dientes
Quienes
meditan en la senda del Zen, dicen que el que está por caer al abismo mira la
rama de la que se aferra
Mira
la rama, no sólo como su eslabón entre la vida y la muerte, sino que la
contempla con embeleso
¿No
sería ese meditador un gran hombre superior carente de egolatría?
¡No tienen ni derecho ni fuerza de exigir su
egoísmo! ¡Es vuestro egoísmo, creadores! Ellos se jactan de no mentir, pero la
incapacidad para la mentira no es ya, ni de lejos, amor a la verdad. ¡Estad en
guardia! Quien no puede mentir no sabe qué es la verdad.
Cada vez me asombra más tu capacidad de asombrar
Esa facultad tuya no parece tener fin
Pero tu lógica es irrebatible
Si alguien no puede mentir es porque no conoce la verdad;
la mentira exige que se conozca muy bien aquello sobre lo cual se miente
La mentira es un acto consciente para deformar la
realidad que se conoce; por eso, alguien puede estar equivocado sin mentir,
necesariamente
¿Qué es lo más
dañoso que cualquier otro vicio?
La compasión con
los débiles
En eso estamos de
acuerdo; la compasión es una red que atrapa al hombre y lo vuelve más débil de
lo que ya es
Yo no compadezco a
los débiles; más bien quiero volverlos fuertes, así puedan defenderse en el
encuentro de voluntades de igual a igual
Pero, volviendo a mi
país, diré que no hay individuos, ni mucho menos, hombres superiores; todos siguen
siendo parte de la plebe
Mientras esos seres
humanos no tengan consciencia de su propia individualidad dentro del grupo
humano, seguirán siendo plebe
No hay ningún “hombre
superior” que trate de imbuir en ellos el sentido de individualidad; si alguien
lo hiciera, conoceríamos a un hombre superior
De este modo, los
gobiernos consideran que manipular a las masas es mucho más fácil y útil que
vérselas con individuos organizados
Así, quedamos a la
espera del Hombre Superior, aquél que
logrará convertir en individuos organizados a los entes que estructuran las
hordas en mi país.
©Dr. Prof: MARIO BLACUTT MENDOZA, poeta y escritor boliviano
ENCARGADO
CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA EN LA PAZ, BOLIVIA
Prof. Mendoza. No tiene en cuenta Usted que la clase media y la alta, han liderado despótica y torpemente Latinoamérica durante quinientos años. Sobreponiéndose a unas pocas revoluciones campesinas, indígenas y burguesas. La plebe, la horda, como usted las denomina, son el resultado de la falta de inclusión, la avaricia desmedida, la injusticia para los más pobres. Hasta que estos vislumbran que la esclavitud es demasiado insoportable. Que es más corrupta que el pueblo mismo, simplemente porque tiene menos acceso a las fuentes de corrupción. El hombre en un ser egoísta, y ha conformado el mundo de acuerdo a su propio ser. Y cuanto más se tiene, más egoísta se es. Permita el gesto humanitario de que por un breve lapso, la horda pueda disfrutar de unas migajas del banquete en el que vive la supuesta clase superior. Sólo superior porque es lo suficientemente ignorante para creer en su eterno rol de dirección interesada de la sociedad. Los hombres se unen por necesidad de luchar contra el aprovechamiento de quienes ostentan desde el comienzo de nuestra historia, las herramientas y el conocimiento del poder. Que sólo pertenece a Dios y al hombre, individuo con derecho a conocer, experimentar y disfrutar de los beneficios de la Tierra de todos.
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