NIEBLA
En un canto de cenizas
veo pasar voces sin rostros
extiendo mis manos vacías
y sin despertar del insomnio
me alcanza la noche
*
la noche
y yo
un grito vacío en los fragmentos de la nada
*
casi en el umbral de los recuerdos
la roca entristecida
espera el sol
caricia de su mar
*
no recuerdo el camino
sutil olvido
impotencia del abismo
*
mi corazón
descalzo
alucinación del alba
*
niebla
languidez implacable
refugio de miradas
silencio de ausencias
*
tú y yo
siempre lejos
como los aromas
que se deprenden del viento
*
última lucidez
comulgan a contraluz
el rostro del silencio
y el poema
FRANCISCO ROMANO
PÉREZ © 2014, poeta y escritor argentino.
GOBERNADOR
CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA por la Provincia de JUJUY
|
ÚNICO ESPACIO OFICIAL DE DIFUSIÓN GRATUITA PARA NUESTROS MIEMBROS. NORBERTO PANNONE
viernes, 31 de enero de 2014
NIEBLA, de Francisco Romano Pérez, Jujuy, Argentina
CRISIS, de Yoli Fidanza, Buenos Aires, Argentina
CRISIS
Dos, cuatro, seis, ocho, diez
piecesitos descalzos,
un otoño avergonzado,
Buenos Aires dos mil dos,
jueves a las tres de la tarde.
Cabildo y Juramento
las voces repetidas
-Sra. una monedita por favor
Duele la mirada, duele el invierno
me ofende un escaparate
Perfume Dior cincuenta mililitros
y un precio exorbitante.
-Sra, una monedita por favor
(C) YOLI FIDANZA, poeta y escritora argentina.
MIEMBRO HONORIFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
A MI BIZNIETA, de Rodolfo Leiro, Buenos Aires, Argentina
A MI BIZNIETA
ELENA MÚSCARI RIZZI
En sus primeros quince años
PARA que lo lea el 28 de
enero de 2029
MI BIZNIETO Joaquín Múscari Rizzi
La
magia de la vida que en suspiro
ilumina
tu pálpito coqueto,
borda
un dolmen de lírico respeto
en
el espejo azul donde te miro.
Esta
misiva alegre, en un soneto
que
más que escribirlo lo transpiro,
se
troca en un romántico papiro:
¡Quince
años, mi Elena, en un secreto!
Es
un regalo parco, más completo,
que
en labios de la mística de un dueto
en día de tu gloria lo respiro.
Hoy
te dejo mi canto, largo, inquieto,
asilando
una suerte de amuleto,
desde
el espejo azul en que te miro.
©RODOLFO
LEIRO, poeta y escritor argentino.
Presidente
Honorario de Asolapo Argentina
28
de enero de 2014
|
domingo, 26 de enero de 2014
LA FOTO, cuento de SALOMÉ MOLTÓ, Alcoy, Alicante, España
LA FOTO
Se sentó en el banco con la cabeza gacha mirando los zapatos ajados que tanto le disgustaban. Metió la mano en el
bolsillo de la chupa y sacó un paquete
de tabaco medio vacío del que sustrajo
un cigarrillo, con el mechero lo encendió y empezó a fumar muy lentamente. Al cabo de
varias exhalaciones, levantó la vista y
se detuvo mirando el árbol que, majestuosamente extendía sus ramas más allá del
seto. No se oyen los pájaros, se dijo para sí mismo. Ya en las últimas caladas
sus dedos ansiosos se deslizaron por el
bolsillo junto al pecho, de donde sacó una foto bastante deteriorada, en donde
una hermosa y joven mujer vestida de forma pulcra y sencilla, esbozaba una
dulce sonrisa.
El
hombre la contempló largo tiempo, el cigarrillo se había consumido. Pasó la
yema del dedo por toda la figura deteniéndose en los labios de la hermosa
mujer, pasando el mismo dedo por sus labios secos y arrugados, una y otra vez.
Fue repitiendo el mismo movimiento mucho tiempo, como si esperase una
respuesta.
La mujer de la foto era joven y
vestía elegantemente con un vestido de otra época. Él era viejo con una larga y descuidada melena,
con el rostro quemado y encartonado, las manos ajadas. Una gran
melancolía emanaba de aquel descuidado cuerpo.
Acercó la foto a sus labios y la
besó largamente y con un gran suspiro se desplomó.
La gente cercana al parque, vio a
aquel pordiosero derrumbarse y de inmediato,
llamaron a una ambulancia. Cuando ésta llegó los conductores
verificaron que el vagabundo había fallecido.
Lo colocaron en la camilla pero no pudieron sacarle, de entre los dedos la foto
de una hermosa mujer que sonreía.
Poco
después la enfermera tiró con fuerza y pudo soltar la foto de entre los
enjutos dedos, al tiempo de tener la
sensación de haber sentido un lamento. Miró la foto y miró al difunto y sin
saber porque les dijo a los encargados
de la funeraria.
.- No dejen de poner esta foto
junto al corazón del fallecido cuando lo acomoden en el ataúd. Si por algo se
separaron, ahora que emprendan juntos el camino de la eternidad.
© SALOMÉ
MOLTÓ, poeta y escritora de Alcoy, Alicante, España.
Miembro
Honorífico de Asolapo Argentina
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jueves, 9 de enero de 2014
NACÍ LIBRE, de LUZ SAMANEZ PAZ, Perú
viernes, 3 de enero de 2014
ESTOY SEGURA DE QUE TE HAGO FALTA, de MONICA VOLPINI, Argentina
ESTOY SEGURA
DE QUE TE HAGO FALTA
Estoy
segura de que te hago falta.
De
que tenés incompleta tu vida sin la mía
porque te falta mi sonrisa para perfumar tus días.
Y
por las noches, aunque la misma luna nos alumbre
no
alcanza para calentarte el alma.
(eso
se llama pena, por si no lo sabías).
De
repente te invaden el frío, el desconsuelo.
Provocados
por la incertidumbre de mi ausencia.
(vos
la provocaste, por si no lo sabías).
Tu
océano altivo sufre mil barcos que van a la deriva.
Le
faltan las horas locas que te daba mi presencia,
para
provocarte esos tsunamis que tanto te hacen falta
cuando
revientan tus deseos por una de mis risas.
(que
aún pintan mis labios, por si no lo sabías).
Estás
solo. Y te preguntarás si yo también lo
estoy.
Estoy
loca. Y tu frío razonamiento no me acepta.
Yo
seguiré escribiéndole mis coplas a la luna.
Vos
vivirás continuamente anclado en tu universo.
(Porque
fuego y agua no conviven…)
(Desde
el principio te lo dije…
Y
ya deberías saberlo.
MONICA VOLPINI, poeta y escritora argentina.
Miembro Honorifico de Asolapo
Argentina
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jueves, 2 de enero de 2014
LAS LLAVES, de SALOMÉ MOLTÓ, Alcoy, Alicante, España
LAS LLAVES
Javier entró en la casa dejando caer la maleta y sentándose en el
sillón completamente agotado. Tantas horas de vuelo, el incómodo asiento, lo
que tuvo que caminar para encontrar un taxi, en fin, toda había contribuido a
aquel cansancio que lo dejó postrado más de una hora en el cómodo sillón de tía
Eulalia. La tía, que tanto había querido y con la que pasó toda su infancia.
La tía Eulalia no
se casó nunca, cuando su hermana Clara, la madre de Javier, murió, se hizo
cargo del muchacho y cuando su cuñado se
volvió a casar con aquella andaluza que vino a la recolecta de la
aceituna, ella pudo cuidar de su sobrino como una verdadera madre.
A Javier le venía
a la mente las batallas de su tía contra su cuñado que se llevó al muchacho a
su nueva casa con la nueva esposa y la hija de ambos que nació al poco tiempo.
Eulalia tenía la batalla perdida, ella era sólo la tía del muchacho y ninguna
responsabilidad sobre él, así que tuvo que conformarse y presentar batalla de
forma sutil. Pronto comprendió que el muchacho no estaba demasiado a gusto con
su madrastra ya que ésta no tenía más amor y atenciones que para su hija y el muchacho, en el fondo,
le estorbaba. Con paciencia infinita y mucha inteligencia, Eulalia consiguió
que el muchacho pasara más tiempo en su casa que en la de su padre. Se estableció una creciente complicidad entre
tía y sobrino, al tiempo de que el muchacho
fue creciendo sin sentir en el fondo la ausencia de su madre. A tal
deducción llegó cuando sentado en el sillón iba recordando su años de infancia
y de adolescencia. Su maestría en el
violín también se lo debía a ella que un buen día se empeñó en que estudiara
solfeo y posteriormente le pago los caros estudios de violín en Alemania.
La verdad sea
dicha que todo se lo debía a ella y ahora aquella casa, con aquel hermoso
jardín también le pertenecía como heredero universal de su “tita”, como él la
decía.
Había permanecido
tres años seguidos en Inglaterra, estudiando inglés e interpretando, donde
podía, sus conciertos de violín. Llegó a tener plaza en una orquesta en Londres
de renombre, pero sus desavenencias con el director de la misma, le hicieron
volver a su país.
No pudo asistir
al entierro de su tía, no sabía que estaba enferma, la noticia que se la dio su
padre por teléfono lo conmocionó muchísimo, paso varios días depresivo.
Ahora de golpe
volvía a la casa donde había pasado casi toda su vida. Cada rincón tomaba un
encanto particular, cada objeto se
presentaba con matices y detalles inusitados. Todo le parecía más hermoso, más
sutil, más lleno de fuerza.
Abrió su maleta,
pero no se atrevió a colocar sus enseres en el armario. Cenó muy poco y se
acostó. A la mañana siguiente, emprendió la tarea de vaciar la maleta. Pronto
descubrió el pequeño estuche que le dio su tía antes de coger el avión camino
de Inglaterra. “¡Toma estas llaves, son del pequeño cofre que está en la
cómoda!”. Javier le daba vueltas a la cabeza pensando a que venía tanto misterio. El estuche con las
pequeñas llaves había permanecido en la maleta todo aquel tiempo y que había
olvidado completamente “Menos mal que he guardado todo este tiempo esta maleta
que si no, las hubiera perdido cuando la hubiera echado a la basura. Pensaba,
cuando se decidió a abrir la cómoda y con aquellas pequeñas llaves el cofre. En
su fuero interno pensó con alguna
cantidad de dinero que la tía había ahorrado durante un tiempo. Pero no fue
así. Sólo había un sobre que al abrirlo leyó con detenimiento.
“Querido Javier,
mi ahijado, mi hijo, que no mi sobrino:
Te vas a Inglaterra para seguir tus estudios, siempre te he dicho que no debes
de descuidar tu formación, pero que debes hacer lo que de verdad te guste, esto
te hará más feliz. Yo me encuentro muy enferma. No lo he dicho a nadie porque
no quiero que nadie se preocupe por mi, y menos tu, no quiero obstruir tu vida,
por eso le he prohibido al médico que hable del cáncer de roe mis entrañas. Mi
vida no tiene importancia, sí la tuya que no quiero empañar con preocupación
alguna. Quiero no obstante que sepas el gran secreto con el que hemos tenido
que vivir esta familia. Mi hermana Clara, que estaba casada desde hacía un par
de años no tenía hijos, todavía, decían ellos, en cambio, yo la pequeña sí.
Rompí con mi prometido y a los pocos días me percibí de mi embarazo, no estaba dispuesta
a volver con él y decidí tener mi hijo sola. Pero eran tiempos difíciles,
sobretodo porque nuestro padre era terriblemente severo. Así, entre las dos
hermanas urdimos la situación de hacer creer que ella era la que estaba
embarazada. Fue toda una comedía que llevamos a término con mucho recelo y con
la complicidad de tu padre, que sin ser lo, no dudó en llevarte con él
amenazándome con descubrir el engaño. Yo estuve al punto de decir la verdad
cuando falleció mi padre, pero ya mi hermana desaparecida, la situación
asentada tal cual, no tuve valor, al fin y al cabo te tenía conmigo.”
¡Era mi madre! Repuso Javier asombrado.
© SALOMÉ
MOLTÓ, poeta y
escritora de Alcoy, Alicante, España.
MIEMBRO
HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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DANZO, de LIDIA CRISTINA CARRIZO, poeta y escritora de Argentina
DANZO
I
Danzo a morir la noche.
La sacia su atributo.
Luminosa Al alba
piel-oro-señuelo.
Conjuro, lúbrica sangre,
ebrio signo del pecado.
Invoco en sus pétalos,
lirio voraz. Inocencia.
Danzo y danzan a morir!
Relámpago y viento,
Goce. Ofrenda. Sacrificio.
Noche. Canto. Eco!
II
Nuevo dios espera.
Mar de cristal. Edén.
Instinto que sangra
en el sudor añejo.
Mi pedestal. Barro.
Rasguño el señuelo
frente a los espejos.
Vulnerable, amante.
Cierro los ojos. Voy.
Descalza piedra,
reluzco tu origen,
vibro en tu emoción.
Soy tu cáliz sagrado.
III
Enamorada del sol,
redondo, tan perfecto
y amarillo como naranja
anuncia-vida-esperanza.
En su propia ley como alabarda
antigua, certera busca su blanco,
en un inconmensurable estallido,
la noche, el cáliz y el lírico trapecio.
En celo, tan implacable
raro, bello como el oro,
refulge un sol propio
en nuestra frente.
IV
Erguida, ofrenda y vigilia,
como saga de los dioses,
en el lamento y el gemido.
No soy la misma. Soy otra.
Regreso tan carnal
para la escena final,
tan lasciva, memorial.
Ofrendo. Lamo heridas.
No condeno. Fertilizo asfixias.
Siento cruzas mi río, en dicha.
Me modelas. Me circundas.
Y Danzamos! Es tan noche!
© LIDIA
CRISTINA CARRIZO, poeta y escritora argentina.
EMBAJADORA de
ASOLAPO ARGENTINA
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