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domingo, 26 de enero de 2014

LA FOTO, cuento de SALOMÉ MOLTÓ, Alcoy, Alicante, España

LA FOTO


Se sentó en el banco con la cabeza gacha mirando los zapatos ajados que tanto le disgustaban. Metió la mano en el bolsillo de la chupa  y sacó un paquete de tabaco medio vacío del que sustrajo  un cigarrillo, con el mechero lo encendió  y empezó a fumar muy lentamente. Al cabo de varias  exhalaciones, levantó la vista y se detuvo mirando el árbol que, majestuosamente extendía sus ramas más allá del seto. No se oyen los pájaros, se dijo para sí mismo. Ya en las últimas caladas sus dedos ansiosos se deslizaron  por el bolsillo junto al pecho, de donde sacó una foto bastante deteriorada, en donde una hermosa y joven mujer vestida de forma pulcra y sencilla, esbozaba una dulce sonrisa.
            El hombre la contempló largo tiempo, el cigarrillo se había consumido. Pasó la yema del dedo por toda la figura deteniéndose en los labios de la hermosa mujer, pasando el mismo dedo por sus labios secos y arrugados, una y otra vez. Fue repitiendo el mismo movimiento mucho tiempo, como si esperase una respuesta.
La mujer de la foto era joven y vestía elegantemente con un vestido de otra época. Él era viejo con  una larga y descuidada  melena,  con el rostro quemado y encartonado, las manos ajadas. Una gran melancolía emanaba de aquel descuidado cuerpo.
Acercó la foto a sus labios y la besó largamente y con un gran suspiro se desplomó.
La gente cercana al parque, vio a aquel pordiosero derrumbarse y de inmediato,  llamaron a una ambulancia. Cuando ésta llegó los conductores verificaron  que el vagabundo había fallecido. Lo colocaron en la camilla pero no pudieron sacarle, de entre los dedos la foto de una hermosa mujer que sonreía.
            Poco después la enfermera tiró con fuerza y pudo soltar la foto de entre los enjutos  dedos, al tiempo de tener la sensación de haber sentido un lamento. Miró la foto y miró al difunto y sin saber porque  les dijo a los encargados de la funeraria.
.- No dejen de poner esta foto junto al corazón del fallecido cuando lo acomoden en el ataúd. Si por algo se separaron, ahora que emprendan juntos el camino de la eternidad.

© SALOMÉ MOLTÓ, poeta y escritora de Alcoy, Alicante, España.
Miembro Honorífico de Asolapo Argentina

2 comentarios:

  1. Hola, gracias por publicar esta linda narración. Ya la fotografía, con su luz crepuscular y su original enfoque, sitúa nuestra sensibilidad en el plano íntimo que pretende la autora. A continuación, el texto concentra en un breve espacio una potencia narrativa encomiable, consiguiendo pellizcar el alma del lector.
    Mi más sincera felicitación a Salomé Moltó.

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  2. Hermoso cuento Salome, me recordó un medico en Lomas que al tener un accidente con su auto abandono todo y comía de la gente que al conocerlo le llevaba comida para alimentarlo, durante muchos años hasta que falleció pero entre sus ropas tenia la foto de su mujer y sus tres niños que fallecieron en ese accidente.

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