LA FOTO
Se sentó en el banco con la cabeza gacha mirando los zapatos ajados que tanto le disgustaban. Metió la mano en el
bolsillo de la chupa y sacó un paquete
de tabaco medio vacío del que sustrajo
un cigarrillo, con el mechero lo encendió y empezó a fumar muy lentamente. Al cabo de
varias exhalaciones, levantó la vista y
se detuvo mirando el árbol que, majestuosamente extendía sus ramas más allá del
seto. No se oyen los pájaros, se dijo para sí mismo. Ya en las últimas caladas
sus dedos ansiosos se deslizaron por el
bolsillo junto al pecho, de donde sacó una foto bastante deteriorada, en donde
una hermosa y joven mujer vestida de forma pulcra y sencilla, esbozaba una
dulce sonrisa.
El
hombre la contempló largo tiempo, el cigarrillo se había consumido. Pasó la
yema del dedo por toda la figura deteniéndose en los labios de la hermosa
mujer, pasando el mismo dedo por sus labios secos y arrugados, una y otra vez.
Fue repitiendo el mismo movimiento mucho tiempo, como si esperase una
respuesta.
La mujer de la foto era joven y
vestía elegantemente con un vestido de otra época. Él era viejo con una larga y descuidada melena,
con el rostro quemado y encartonado, las manos ajadas. Una gran
melancolía emanaba de aquel descuidado cuerpo.
Acercó la foto a sus labios y la
besó largamente y con un gran suspiro se desplomó.
La gente cercana al parque, vio a
aquel pordiosero derrumbarse y de inmediato,
llamaron a una ambulancia. Cuando ésta llegó los conductores
verificaron que el vagabundo había fallecido.
Lo colocaron en la camilla pero no pudieron sacarle, de entre los dedos la foto
de una hermosa mujer que sonreía.
Poco
después la enfermera tiró con fuerza y pudo soltar la foto de entre los
enjutos dedos, al tiempo de tener la
sensación de haber sentido un lamento. Miró la foto y miró al difunto y sin
saber porque les dijo a los encargados
de la funeraria.
.- No dejen de poner esta foto
junto al corazón del fallecido cuando lo acomoden en el ataúd. Si por algo se
separaron, ahora que emprendan juntos el camino de la eternidad.
© SALOMÉ
MOLTÓ, poeta y escritora de Alcoy, Alicante, España.
Miembro
Honorífico de Asolapo Argentina
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domingo, 26 de enero de 2014
LA FOTO, cuento de SALOMÉ MOLTÓ, Alcoy, Alicante, España
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Hola, gracias por publicar esta linda narración. Ya la fotografía, con su luz crepuscular y su original enfoque, sitúa nuestra sensibilidad en el plano íntimo que pretende la autora. A continuación, el texto concentra en un breve espacio una potencia narrativa encomiable, consiguiendo pellizcar el alma del lector.
ResponderEliminarMi más sincera felicitación a Salomé Moltó.
Hermoso cuento Salome, me recordó un medico en Lomas que al tener un accidente con su auto abandono todo y comía de la gente que al conocerlo le llevaba comida para alimentarlo, durante muchos años hasta que falleció pero entre sus ropas tenia la foto de su mujer y sus tres niños que fallecieron en ese accidente.
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