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lunes, 23 de junio de 2014

"RECUERDOS DE UNA INFANCIA CARENCIAL" de Salomé Moltó, Alcoy, Alicante, España


Imagen:cosasdereli.blogspot.com


RECUERDOS DE UNA INFANCIA CARENCIAL

.-Una mano saliendo de entre las pequeñas cortinas del escaparate atrapó una pieza que brillaba reluciente en el frutero. La frotó suavemente y la volvió a depositar encima de las otras hermosas y grandes piezas, que al parecer, eran manzanas.
.- ¿Qué es eso tan hermoso? Dije llena de admiración
.- ¿¡Pues que va a ser, una manzana!?, repuso mi amiguita
.- ¿Cómo una manzana? No es posible, las que compra mi madre son más pequeñas y llenas de agujeros de los gusanos, ese tipo de manzanas nunca las había visto.
.- ¡Pues bien, eso son manzanas! Pero a saber quién las puede comprar a ese precio.
Habíamos salido de la escuela mi compañera y yo a dar un paseo por la calle principal e íbamos comprobando como, si fueran trajes de Dior, los comerciantes exponían sus productos alimenticios en los escaparates para su reclamo y que la mayoría de los ciudadanos no podíamos comprar. Ahora, pasado ya mucho tiempo, se ven buenos vinos, licores exquisitos de marcas costosas, rarezas de hábitos refinados, como las latitas de foie gras, de caviar iraní y otras delicatesen, entonces, se exponían lo que muchos hogares no podían adquirir, manzanas hermosas entre otras varías cosas.
Si las guerras son devastadoras y horribles, las largas posguerras se prolongan despiadadamente a través del tiempo sometiendo a la población a una angustia pertinaz y frustrante que sólo los niños pueden llevar con más paciencia y menor desencanto.
Mi trabajo a la vuelta del colegio era, mientras mi madre hacia la comida, mi abuela intentaba amañar una ensalada de lo que podía garaspillar por la despensa, ya que las neveras solo las veíamos en las películas de Humphrey Bogart y que todavía estaban a años luz de poder ocupar un espacio en nuestros hogares, que todavía cocinábamos con el hornillo de petróleo poniendo todo el interés del mundo para que no penetrara el olor del petróleo en la cazuela, pues sí, a mi vuelta del colegio, mi tarea se ceñía  en pelar un montón de  pequeñas y flácidas manzanas, con el fin de que quedara como postre, por lo menos un plato para después del arroz.
.- He visto en un escaparate un frutero con unas “cosas grandotas y relucientes” que dice mi amiga que son manzanas. Comparadas con esto que estoy pelando… ¡Mira una lombriz! ¿La tiro?
–. ¡Qué vas a tirarla!-- dijo mi madre.  Así las tirarías todas. ¡Ni hablar! Redondea con el cuchillo el trozo donde está el gusano y el resto lo pones en el plato. Esas enormes manzanas, que has visto en el escaparate de la frutería, no valen nada, no tienen sabor, ¡éstas son las buenas! ¿O qué te crees tú, que los gusanos son tontos? Ellos escogen siempre las mejores, las más dulces.-- repuso mi madre con énfasis
Yo seguía pelando manzanas y pensando que a veces los pobres se conforman con muy poco, y que siempre hay argumentos para consolarnos de nuestras carencias.
                                                                                             
©SALOMÉ MOLTÓ, poeta y escritora de Alcoy, Alicante, España.
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA




1 comentario:

  1. Que madres las de aquellos tiempos, que sabias, amnegadas e inteligentes mujeres...Una postal que las niñas de estos tiempos, ni se imaginan!!

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