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domingo, 24 de febrero de 2013

JERARQUÍA

JERARQUIA

Si recurrimos al diccionario la palabra significa “Escalafón, orden según importancia de las personas, o cosas. Rango, categoría.”
Casi todo el mundo está convencido de que vivimos en una sociedad jerarquizada, pero asombra el que sean muchos, los que están convencidos de que las jerarquías son necesarias para que el orden que  se supone emana de la jerarquía impuesta en la sociedad, ayude en la convivencia; y, parece  también, que no  se concibe  que puedan haber otras maneras de organizar la sociedad, que no sea de esta nefasta manera. ¿nefasta?, pues sí, a todas luces.
El tema es tan profundo e importante que requeriría de muchas páginas para quizás solamente, esbozarlo y recurrir a textos filosóficos y sociológicos donde el tema se ha abordado de muchas maneras y de deferentes ángulos. No obstante,  me voy a cernir a concreciones básicas en las que quede, así lo espero, lo suficientemente claro mi punto de vista sobre  el tema.
Se dice notoriamente que tenemos que respetar a las jerarquías, porque sin orden, no puede funcionar una sociedad y a continuación se añade, que el que no tiene este concepto es un desordenado e irrespetuoso, que sabotea la sociedad  y todo lo desbarajusta. Pues bien, quizás sea  todo lo contrario.
Primero habría de cuestionarnos: ¿Qué es la jerarquía?¿Cómo está constituida?¿Quién la sustenta?.
Respondamos a la primera pregunta: Una jerarquía es una organización piramidal de poder en cuya base se colocan los sujetos que soportan el peso de los que escalonadamente van emplazados en estamentos ascendentes, y en la cumbre, el que manda y lo dispone todo.
2º pregunta: la organización jerárquica esta constituida por grados de poder que se ejerce desde arriba hacia abajo.
3ª pregunta: los que la sustentan son equipos de poder económico, político o religioso, su finalidad seguir dominando a los pueblos en todos sus aspectos, en beneficio propio.
Un buen ejemplo de las organizaciones jerárquicas son: el ejercito, las religiones los trust de poder económico, los lobbis  etc.
Lo lamentable es que el método se impone en todas las relaciones humanas, en las familias, en las pequeñas asociaciones y siempre bajo el convencimiento de que “alguien tiene que mandar” y claro los demás tienen que obedecer. Tenemos en este planteamiento que el que manda tiene que saber lo qué manda, cómo lo manda y a quién lo manda, ¿Ocurre así? No siempre cuando los objetivos son complejos. Y el que tiene que obedecer una orden, suele estar directamente implicado en la labor a realizar, sabe mejor que nadie qué hacer y cómo hacerlo y siempre se encontrará con la disyuntiva de obedecer lo que se le manda, aunque lo considere absurdo y que puede estar muy alejado de la realidad que se precisa, o dar la resolución adecuada, según su experiencia, o sea que, cuando  se sabe cómo hacer las cosas no  se necesita que nadie  mande. Lo que implica responsabilidad directa con la realidad y el objetivo que se pretende realizar.
La gran falacia, en la que mucha gente ha caído es, seguir pensando que, para que las cosas funcionen debidamente alguien tiene  que mandar y los demás obedecer sin más.
Hay dos tipos de formas de comprender y organizar la sociedad, una es la considerada “depredadora y autoritaria”, la segunda sería la armónica, fraterna y equilibrada”. La primera solo puede subsistir organizándose jerárquicamente, en la segunda, la organización es una sociedad de iguales en donde se reparten derechos y deberes y en donde se cubren los fallos con comprensión buena voluntad y sobretodo generosidad; y en donde no se eluden las responsabilidades que nos ayudan a crecer.
!Imposible! se argumentará, no; simple sí, aunque es una práctica a la que no estamos demasiado acostumbrados, pero a menos que reflexionemos un poco, nos daremos cuenta que este segundo método es un recurso de supervivencia y que hemos usado a través de los últimos cinco mil años de una civilización de espadas y garrotes. Que se abolió (en parte) la esclavitud, que después de la II guerra mundial se decretaron los Derechos universales del hombre, que el movimiento feminista, gai y de liberación étnica y religiosa van por el camino de la fraternidad y porque no nos queda más remedio que bregar por esos caminos si queremos salvar el planeta y nosotros con el, para que la tecnología no nos destruya y que nos ayude a mejorar nuestra existencia y sepamos crear una sociedad de igualdad para todos. Con una sociedad jerarquizada nunca se logrará.
           
SALOMÉ MOLTÓ, poeta y escritora de Alcoy, Alicante, España
Miembro honorífico de Asolapo Argentina

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