JERARQUIA
Si
recurrimos al diccionario la palabra significa “Escalafón, orden según
importancia de las personas, o cosas. Rango, categoría.”
Casi todo el mundo está
convencido de que vivimos en una sociedad jerarquizada, pero asombra el que
sean muchos, los que están convencidos de que las jerarquías son necesarias
para que el orden que se supone emana de
la jerarquía impuesta en la sociedad, ayude en la convivencia; y, parece también, que no se concibe
que puedan haber otras maneras de organizar la sociedad, que no sea de
esta nefasta manera. ¿nefasta?, pues sí, a todas luces.
El tema es tan profundo e
importante que requeriría de muchas páginas para quizás solamente, esbozarlo y
recurrir a textos filosóficos y sociológicos donde el tema se ha abordado de
muchas maneras y de deferentes ángulos. No obstante, me voy a cernir a concreciones básicas en las
que quede, así lo espero, lo suficientemente claro mi punto de vista sobre el tema.
Se dice notoriamente que
tenemos que respetar a las jerarquías, porque sin orden, no puede funcionar una
sociedad y a continuación se añade, que el que no tiene este concepto es un
desordenado e irrespetuoso, que sabotea la sociedad y todo lo desbarajusta. Pues bien, quizás sea todo lo contrario.
Primero habría de cuestionarnos:
¿Qué es la jerarquía?¿Cómo está constituida?¿Quién la sustenta?.
Respondamos a la primera pregunta: Una jerarquía
es una organización piramidal de poder en cuya base se colocan los sujetos
que soportan el peso de los que escalonadamente van emplazados en estamentos
ascendentes, y en la cumbre, el que manda y lo dispone todo.
2º pregunta: la organización jerárquica esta
constituida por grados de poder que se ejerce desde arriba hacia abajo.
3ª pregunta: los que la sustentan son equipos de
poder económico, político o religioso, su finalidad seguir dominando a los
pueblos en todos sus aspectos, en beneficio propio.
Un buen ejemplo de las organizaciones jerárquicas
son: el ejercito, las religiones los trust de poder económico, los lobbis etc.
Lo lamentable es que el
método se impone en todas las relaciones humanas, en las familias, en las
pequeñas asociaciones y siempre bajo el convencimiento de que “alguien tiene
que mandar” y claro los demás tienen que obedecer. Tenemos en este
planteamiento que el que manda tiene que saber lo qué manda, cómo lo manda y a
quién lo manda, ¿Ocurre así? No siempre cuando los objetivos son complejos. Y
el que tiene que obedecer una orden, suele estar directamente implicado en la
labor a realizar, sabe mejor que nadie qué hacer y cómo hacerlo y siempre se
encontrará con la disyuntiva de obedecer lo que se le manda, aunque lo
considere absurdo y que puede estar muy alejado de la realidad que se precisa,
o dar la resolución adecuada, según su experiencia, o sea que, cuando se sabe cómo hacer las cosas no se necesita que nadie mande. Lo que implica responsabilidad directa
con la realidad y el objetivo que se pretende realizar.
La gran falacia, en la
que mucha gente ha caído es, seguir pensando que, para que las cosas funcionen
debidamente alguien tiene que mandar y
los demás obedecer sin más.
Hay dos tipos de formas de comprender y organizar la
sociedad, una es la considerada “depredadora y autoritaria”, la segunda sería
la armónica, fraterna y equilibrada”. La primera solo puede subsistir
organizándose jerárquicamente, en la segunda, la organización es una sociedad
de iguales en donde se reparten derechos y deberes y en donde se cubren los
fallos con comprensión buena voluntad y sobretodo generosidad; y en donde no se
eluden las responsabilidades que nos ayudan a crecer.
!Imposible! se argumentará, no; simple sí, aunque es
una práctica a la que no estamos demasiado acostumbrados, pero a menos que
reflexionemos un poco, nos daremos cuenta que este segundo método es un recurso
de supervivencia y que hemos usado a través de los últimos cinco mil años de
una civilización de espadas y garrotes. Que se abolió (en parte) la esclavitud,
que después de la II guerra mundial se decretaron los Derechos universales del
hombre, que el movimiento feminista, gai y de liberación étnica y religiosa van
por el camino de la fraternidad y porque no nos queda más remedio que bregar
por esos caminos si queremos salvar el planeta y nosotros con el, para que la
tecnología no nos destruya y que nos ayude a mejorar nuestra existencia y
sepamos crear una sociedad de igualdad para todos. Con una sociedad
jerarquizada nunca se logrará.
SALOMÉ MOLTÓ, poeta y escritora de Alcoy, Alicante, España
Miembro
honorífico de Asolapo Argentina
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domingo, 24 de febrero de 2013
JERARQUÍA
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