COQUETEO
ENTRE UNA PEONZA Y UN CLARÍN
En cierta ocasión y con motivo del baile de San Juan, un
clarín y un peonza entablaron amistad, a partir de entonces nunca se separarán,
juntos forman una pareja sin igual. Cuando el clarín se pone a tocar, la peonza
instintivamente se pone a bailar.
Entre voltereta y voltereta acierta a decir:
― Tocas muy bien. Cada día te superas.
― Gracias, eres muy amable, no esperaba menos de ti.
― ¿Y tú, crees que bailo bien?
― Bueno…―Responde el clarín arrastrando las palabras―
― ¿Cómo que bueno? ¡Esclarece eso enseguida!
El clarín antes de contestar se aclara un poco la
garganta,
―
¡Ejem, ejem! Quiero decir que no lo haces nada mal.
― ¿Hay otras que lo hacen mejor que yo, es eso lo que
insinúas? Venga interpreta algo y te demostraré lo que valgo.
― ¿Qué quieres que te toque?
― ¡Las narices para empezar! ¿Qué te parece?
― ¡Peonza! ¿Qué respuesta es esa?
― Perdona, es que me estás sacando de quicio con tus
dudas sobre mis habilidades.
El clarín, está firmemente decidido a no entablar una
discusión con su amiga, sin más demora entona una marcha con mucho ritmo.
Rápidamente la peonza empieza a moverse.
―
Mira, mira con que firmeza me muevo, las volteretas son tan seguras y
armoniosas.
―
Bueno…
―
¿Otra vez con eso, es que no ves el equilibrio y la armonía en un cuerpo tan
gracioso como el mío?
―
¿Gracioso dices, dónde está la gracia? Una sílfides no eres, tu cuerpo es raro,
aunque debo reconocer que tiene su chispa, eso no lo discuto, es solo que…
El clarín se detiene durante unos segundos, a lo que la
peonza se inquieta y le apremia
―
¿Qué? ¡Continua!
―
Tienes el don de desconcentrarte y cuando eso ocurre y caes, esa figura tan
graciosa de la que tú presumes, desaparece para convertirse en un fardo.
― ¡Que desagradable eres! Yo pensaba que eras mi amigo.
― Y lo soy.
― Entonces no digas memeces, al fin y al cabo la culpa de
que caiga la tienes tú, cuando equivocadamente confundes una nota con otra.
― ¡¿Cómo te atreves?! ¡Ignorante! No es confusión es
cambio de ritmo y claro, eres tan torpe que no sabes distinguirlo.
― ¿Ritmo? Ya te daré yo ritmo.
El clarín la conoce bien y sabe que la peonza es de armas
tomar, así que da por terminada la discusión y la apremia sin más:
―
¡Vamos, vamos peonza! Esta pequeña discrepancia va a hacer que nos demoremos,
en lo que va a ser nuestro debut como artistas, el público nos espera y no está
bien que lleguemos tarde.
Nadie hubiera
dicho escuchándoles que se complementaban también, aunque sólo hay que verles,
instintivamente se han cogido de la mano y así unidos caminan calle abajo. Sin
darse cuenta van en busca de fama y gloria, aunque no es eso lo que más les preocupa,
su amistad es lo único que ellos valoran, estas pequeñas discusiones son la sal
de la vida y lo que sienten el uno por
el otro es una admiración sin límites, y lo más importante si cabe, se quieren.
MILAGROS PRATS,
Poeta y
escritora española, Alicante, España
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martes, 27 de noviembre de 2012
COQUETEO ENTRE UNA PEONZA Y UN CLARIN
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