VÍAS DE PLACER
Decir que la
vida está llena de problemas, no es decir nada nuevo, es más, la vida es un continuo
conflicto o una serie de problemas encadenados que dejamos sin resolver a la
hora de partir definitivamente. Todo el mundo los tiene, grandes, pequeños,
medianos. Siempre se ha creído que la capacidad de las personas crecía y se
atemperaba, precisamente enfrentando problemas y dificultades diversas.
En un momento
dado la sociedad cambio de actitud. Cuando se habían alcanzado cotas de bienestar
nunca imaginado, cuando se habían superado situaciones de miseria, la sociedad
se apuntó a lo lúdico, a la búsqueda del placer sin más y todo lo que impide su
acceso, todo lo que interrumpe ese placer es rechazado de inmediato.
Decidir de hacer
o no una cosa es especular si ésta conviene y si a la postre da placer. Si el
placer es rápido y repetitivo mejor. Se prefiere el físico a lo moral o a lo intelectual,
de ahí tanta gente estúpidamente enganchada a la droga.
Las vías
proyectadas hacia el placer son múltiples. De las físicas, las únicas
naturales, las sexuales son inocuas, las demás nos conducen a nuestra autodestrucción,
a como decía David Bowi: “tengo el cerebro como un gruyer a causa de la coca”.
Otra vía es el
rechazo a todo compromiso, a todo esfuerzo, a toda tarea, con el fin de separar
lo que puede causarnos molestia o cansancio, o sea, no placer. Pero como dijo
el maño: “ti pongas como ti pongas tengo que...”
Y eso hace la
vida, por mucho que se eviten los inconvenientes y esquive lo que no nos gusta.
En cambio,
también hay gente que es capaz de coger la vida en sus manos. En esta sociedad tenemos
que trabajar, estamos obligados a hacerlo, aunque sólo nos quede en las manos
la décima parte de lo que producimos.
Hay niños que
criar, enfermos que curar y viejos que cuidar y para esta loable tarea queda
todavía gente. Madres que guardan el máximo de tiempo sus hijos en casa.
Enfermeras de entrega voluntaria, con salarios irrisorios, pero con penosas
tareas que las ejecutan con la sonrisa en los labios regalando gestos de amor.
La maestra y el
maestro de vocación, preocupados por la formación de sus alumnos. Y mujeres
anónimas, ya viejas, que poniendo la mano sobre la del compañero le dicen: “deja
de escribir y tómate la sopa que sete va a enfriar”. Y por raro que parezca
existen hijos que no están dispuestos a llevar a sus viejos padres a un asilo,
los van a cuidar con el mejor de los cariños.
Toda esta gente
altruista también busca el placer. El placer del deber cumplido que responde a esas
cuotas de humanismo tan consustancial a la persona y que no sólo hay que
preservar, incluso incrementar y recuperar.
SALOME MOLTÓ,
Alcoy,
Alicante, España
Miembro
Honorífico de Asolapo Argentina
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viernes, 26 de octubre de 2012
VÍAS DE PLACER
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