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sábado, 21 de noviembre de 2015

EL UMBRAL , Carlos Rodolfo Ascencio Barillas, El Salvador


Imagen de: imagenes.4ever.eu


EL UMBRAL

Yo fui el viento que arrastran tus tristezas
y la sed que ahogo la lluvia de tus acantilados
y el albatros que vuela compungido,
hacia su íngrima guarida

y la gaviota que viaja por los yermos
buscando tus rubores,
y las playas que abrazan tus abundantes dolores
en los solitarios piélagos salados,
así se fue mi alma con las olas
y con sus olóctonos misterios de tus ocasos.

Yo fui el horizonte de tu roca
y el camino que revolotea en tu naufragio.
Yo crecí huérfano entre tus espinas
y espere la luz que encendía tus tinieblas
y después de la tormenta, vino tu aliento
y el sosiego de la noche fría.

Yo acaricie las escasas brisas de tu boca
y me cobije en las sabanas de tus alas
y quise llorar en el arcoíris de tu pecho
y las aguas despertaron tu garganta
y me quede en el despojos de tu tierra
y en el puerto donde anclan tus ilusiones,
en el silente torbellino de tus inhóspitas emociones.

Allí estaban tus frágiles alas para el vuelo
y tus ríos que  navegaron con el llanto
todos tus sueños viajan  con pasajeros a la deriva
entonces,todos comprendíamos                                                                                                              
 y no hicimos caso, ¿porque no lo encontramos?

Fuimos peregrinos de los atardeceres
y de tus pantanos brotaron estrellas
y manantiales de agonías en tus abrojos
así será la luz en tus selvas oscuras
y la brisa que canta en tus montañas.
Yo seré suspiro en los linderos de tus abismos
seré el polvo planetario de tus sandalias.

Yo seré la sombra de tus lejanos caminos
y  seré reposo de la bestia fiera,
en las mandrias de tus ignotos páramos
y las nutrias de tus prístinos océanos,
también fuimos lodo, barro, polvo y nada
y desecho de residuos estelares,

fuimos partículas en el vientre del espacio
y  materia gris, asfalto y vinagre
y sepulcros cantando misterios
en los infinitos universos de tus miradas.

pero yo, quise viajar con los desenfrenados tiempos
y en la remotas épocas que contemplaron mis pasados
fuimos todo lo que éramos
senderos solitarios de los amaneceres,
colinas que reverdecen en tu agonía,
pero todo lo que amé no lo encontré
y todo lo  que halle, ya se había marchado
por aquí caminaron las cenizas de tus voces
y se escuchan en el silencio de tus crepúsculos,
y los recuerdos que enaltecen los pútridos anhelos
por qué se deleitan con los fuegos de tu alma

y las angustias de tus sempiternas fantasías.
Yo fui cielo, fragmentos de un universo lejano
y fui rocío en los humos de tus madrugadas
y los encantos mágicos de tus auroras.

Yo navegue con las travesías de tus besos
y habite en el polinesio de tus parnasos
y en las tentaciones que tropiezan con tus cerezos.
pero mañana renacerán  en la danzas de tu piel,
y en el verdor que humedecen tus profundos ojos

en fin, quise con las manos poseer tu luna, tu estrella
y el halito que expelen los ecos de tu boca
y con tristezas que tu corazón provoca.

Luego vino la primavera de tus nostalgias
y los helechos que se lían con tus ocasos
entonces mañana volveré a tus tiernas entrañas
quizás para volver al origen de tus  cristalinas pupilas,

y los aguaceros que se unen con tus manantiales
pero pasaron los tiempos de exuberantes besos,                                                                                     
y mi garganta se marchito en tu desierto
por que no encontró los nubarrones en tus cactus, 
ni en tus nopales, ni en tus abundantes  tundras

y en la roca brotaron espinas de tu pecho
y escorpiones ponzoñosos de tu aliento
cuando vi tinieblas apareció la luz de tus ojos
y la miel embriagante de tus manos

Todo estaba desolado, y cubierto 
por los arbustos de tus sombras
eran  los hielos indiferentes de tus besos
los que obcecaban los prístinos recuerdos
y quede atrapado en el férvido amanecer de tus brazos
abyecto, confuso en las mandrias de tus telarañas
en la execrable neblina de tus montañas
pude ver las tarántulas  de tus emociones

en la luz de la oscuridad, y en las aguas de tus charcos
así fuimos, dos escondrijos en los adustos pantanos
y en los acerbos ocasos de tus antagónicas  mandíbulas

y en el veneno mortífero de tus labios escarlatas,
y en los suspiros de tus narices brotaron abrojos estelares
y corales cósmicos anidaron en tus piedras escandinavas.
Tu fuiste orquídea de lo profundo, razones de lo infinito
y fuimos sedentarios en los túneles de tus sueños nebulosos
y vientos en los remolinos que arrastran tus atardeceres
así fui yo, suelo de tus hojas peregrinas…

©CARLOS RODOLFO ASCENCIO BARILLAS, poeta y escritor salvadoreño

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

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